Cuestionando el relato: La Filosofía de la Liberación de Enrique Dussel como relectura de la Historia Latinoamericana

A través de la lectura de Filosofía de la Liberación y El Encubrimiento del Otro de Enrique Dussel, encuentro especialmente relevante una idea central que emerge de sus textos. Ambos libros abordan, desde diferentes ángulos, la crítica a las narrativas hegemónicas que han moldeado nuestra comprensión de la historia y la filosofía. En Filosofía de la Liberación, Dussel cuestiona los marcos epistemológicos dominantes que hemos heredado, proponiendo una perspectiva auténticamente latinoamericana que nos invita a replantear nuestras visiones sobre la historia y la identidad.
Por otro lado, El Encubrimiento del Otro amplía esta crítica al abordar cómo las voces y realidades de los sujetos históricamente marginalizados han sido sistemáticamente ocultadas en las narrativas occidentales. Aunque ambos libros son extremadamente complejos y profundos, me parece que la idea de cuestionar y redibujar nuestras perspectivas desde nuestras propias experiencias y contextos es particularmente relevante. Esta perspectiva nos invita a reconocer y valorar las experiencias propias de nuestra realidad latinoamericana, promoviendo una comprensión más inclusiva y auténtica de nuestra identidad y nuestro lugar en el mundo.
En la siguiente cita, Enrique Dussel nos invita a abandonar las perspectivas coloniales dominantes y adoptar una visión que refleje las experiencias de los pueblos de la periferia. A través de esta cita, se presenta la necesidad de revisar y reimaginar nuestra comprensión de la historia y la identidad desde una perspectiva más acorde con la palabra "global".
"Ahora es necesario cambiarse de "piel", tener nuevos "ojos". No son ya la piel y los ojos del ego conquiro que culminará en el ego cogito o en la "Voluntad-de-Poder". No son ya manos que empuñan armas de hierro, y ojos que ven desde las carabelas de los "intrusos europeos" y gritan: "¡Tierra!" con Colón. Ahora tenemos que tener la suave piel bronceada de los caribeños, de los andinos, de los amazónicos... Los ojos admirados de aquellos indios que desde las playas, con pies desnudos sobre las suaves y cálidas arenas de las islas "vieron" acercarse, flotando sobre el mar, dioses nunca vistos. Tenemos que tenerla piel que sufrirá tantas penurias en las encomiendas y el repartimiento, que se pudrirá en las pestes de los extraños, que será lastimada hasta los huesos en la columna donde se azotaba a los esclavos -pacíficos campesinos de la sabana africana vendidos como animales en Cartagena de Indias, Bahía, La Habana o Nueva Inglaterra Tenemos que tener los ojos del Otro, de otro ego, de un ego del que debemos reconstruir el proceso de su formación (como la "otra-cara" de la Modernidad), y, por ello, debemos ahora partir desde el Océano Pacífico" (Dussel, El encubrimiento del otro, p. 102).

Lo que Dussel pretende transmitir con la metáfora del "cambiarse de piel" o "tener nuevos ojos" es una invitación a transformar nuestra perspectiva. Nos incita a formular una nueva lectura del mundo para comprender la historia de manera radicalmente distinta. Este cambio implica cuestionar la narrativa tradicional que nos ha sido impuesta, en la cual la historia ha sido escrita desde un centro dominante que ha relegado a la periferia a una posición de sumisión. Este centro, indudablemente europeo, ha delineado el marco en el que se han desarrollado nuestras concepciones históricas y filosóficas. Dussel nos desafía a mirar más allá de esta estructura de poder y a reimaginar la historia desde una perspectiva más equitativa y auténticamente global.
Para Dussel, es crucial emprender una reevaluación de la historia desde la perspectiva de los oprimidos y colonizados. Esta reevaluación debe ir acompañada de una crítica profunda a la visión eurocéntrica y colonialista que ha predominado. El propósito de Dussel es descolonizar tanto la filosofía como la cultura, desafiando las estructuras que han sido construidas desde una perspectiva que no solo ignora, sino que subordina y marginaliza a los pueblos colonizados y oprimidos. Según el autor, la filosofía occidental no solo se ha desarrollado desde un marco eurocéntrico, sino que ha consolidado un modo de operar que perpetúa la invisibilización y la subordinación de esos pueblos. Dussel nos llama a cuestionar y reconstruir estos paradigmas para ofrecer una representación más justa y auténtica de la historia y la filosofía.
Por esta razón, y con gran importancia, Dussel construye una filosofía que surge de la experiencia y la perspectiva de los oprimidos, y que tiene como horizonte fundamental la liberación de estos grupos marginados. Desde esta renovada perspectiva, la crítica se dirige contra la filosofía occidental, rompiendo con su esquema atemporal y universalista. Dussel no solo redefine la filosofía, sino que clarifica el camino hacia la liberación de la periferia. Para él, la filosofía debe ser entendida como una actividad histórica y situada, comprometida con el análisis de la realidad concreta y no con abstracciones descontextualizadas. En sus palabras, "la filosofía es una actividad histórica y situada, que se encarga de pensar lo no filosófico, es decir, la realidad" (Dussel, Filosofía de la Liberación, p. 15).
Esta actividad histórica y situada, que Dussel concibe como la esencia de la filosofía, está indudablemente condicionada por las circunstancias históricas, políticas y culturales en las que surge. Así, con estos "ojos nuevos", se nos abre la posibilidad de proponer una filosofía que abrace la diversidad cultural y la pluralidad de perspectivas. Este enfoque nos permite fomentar encuentros y diálogos significativos con otras culturas y tradiciones, enriqueciendo nuestra comprensión filosófica. Además, es crucial destacar la crítica que Dussel formula contra la modernidad, señalando cómo esta ha perpetuado visiones hegemónicas y excluyentes que deben ser cuestionadas y superadas para lograr una verdadera inclusión y equidad en el discurso filosófico.
La modernidad, con su discurso normativo sobre el progreso y la liberación, ha sido percibida en la realidad periférica más como un proceso de colonización y dominación que como una verdadera emancipación. La filosofía que Dussel propone se enfrenta a este concepto eurocéntrico de modernidad, que ha sido impuesto desde el centro del poder, y busca explorar alternativas genuinas para la emancipación. Su crítica pretende desafiar los egos centrales de la filosofía —el "ego conqueror" y el "ego cogito"— que han perpetuado la dominación y el sufrimiento de los pueblos colonizados. En lugar de aceptar pasivamente estas narrativas hegemónicas, Dussel aboga por una filosofía que reconozca y fundamente el sufrimiento y la resistencia de aquellos que fueron oprimidos y eliminados por las fuerzas dominantes.

Dussel también revela su dimensión política dentro de la filosofía de la liberación. Su objetivo es demostrar que es posible una lectura alternativa de la historia, una que descubra el mismo sentido de emancipación para los oprimidos. Aunque su filosofía podría ser interpretada como posmoderna por su intento de superar la violencia inherente al imperialismo de la modernidad, Dussel no se define explícitamente como posmoderno (pues hacerlo implicaría replicar el mismo modelo que critica; posteriormente aclaró esta posición en su obra). Además, al basarse en las experiencias y aspiraciones del pueblo, se presenta como una filosofía popular que sustituye el concepto de individuo por el de sujeto político colectivo. En este sentido, Dussel enfatiza que, históricamente, la filosofía ha surgido desde la periferia, desde los mismos griegos hasta las tradiciones religiosas más influyentes de Europa, todas con raíces en la periferia. Esta perspectiva revela cómo la filosofía ha sido, en esencia, una construcción de las zonas marginales que finalmente ha sido apropiada y reinterpretada por los centros de poder.
La idea centralista de dominio y conquista se manifiesta en la dinámica entre centro y periferia. La filosofía, originaria de la periferia, es a menudo apropiada por el centro, donde se transforma en ideología. Según Dussel, es precisamente en este momento de apropiación por el centro que la filosofía deja de ser tal. El centro se convierte en el árbitro de lo que es y lo que no es, definiendo y ejecutando esas categorías. En este esquema, la filosofía pierde su capacidad crítica y reflexiva, ya que no aborda la realidad no filosófica, es decir, no se ocupa de las realidades concretas y marginales que originalmente le dieron forma. Dussel subraya que, al convertirse en ideología, la filosofía deja de cumplir su función crítica y emancipadora.

En el texto, Dussel hace una evocadora referencia al Océano Pacífico como punto de partida para la creación de un nuevo ego que sirva de contraposición a la Modernidad. En el siglo XVI, España lo descubre por Occidente y Rusia por Oriente, marcando el inicio de una expansión que permite a Europa salir de su encierro medieval. Durante esta época, el centro del mundo era dominado por los árabes, quienes habían controlado el territorio y el comercio entre Marruecos y la India durante más de mil años. Con el fin de su aislamiento, Europa comienza a construirse a sí misma como el nuevo centro del mundo, especialmente tras la conquista del continente americano. Sin embargo, esta visión eurocéntrica ignora y menosprecia la rica historia y las sofisticadas civilizaciones de los indígenas y habitantes de estas tierras antes de la llegada de los europeos. Dussel utiliza esta narrativa para ilustrar cómo Europa, al salir de su encierro, se autoerigió en el epicentro del conocimiento y la historia, omitiendo las contribuciones y realidades de los pueblos colonizados.
Las grandes migraciones de la América precolombina, que se originaron desde el Pacífico, ofrecen una base fundamental para una nueva lectura de la historia desde la perspectiva de los oprimidos. En el marco de la Filosofía de la Liberación de Dussel, este enfoque nos permite reexaminar la historia con el objetivo de descolonizar tanto la filosofía como la cultura. Al hacerlo, se busca construir una nueva filosofía orientada hacia la liberación de los oprimidos y la creación de una sociedad más justa y solidaria. Dussel nos invita a reconsiderar y reconstruir nuestras narrativas históricas para que reflejen no solo el dominio y la hegemonía, sino también las voces y experiencias de aquellos que han sido marginados y subyugados. Esta perspectiva renovadora tiene el potencial de transformar nuestra comprensión de la historia y fomentar un futuro basado en la equidad y el respeto mutuo.
Bibliografía:
Dussel, E, (1994). El encubrimiento del otro: hacia el origen del mito de la modernidad. Ediciones ABYA-YALA: Quito, Ecuador.
Dussel, E, (1996). Filosofía de la Liberación. Bogotá: Nueva América.