Educación Apolítica: Un mito cómodo para los gobernantes

Politicidad de la Educación: Quinta reflexión de Miguel Soler

La educación, lejos de ser una actividad neutral o meramente técnica, es profundamente política. Esta es la premisa fundamental que plantea la Quinta Reflexión de Miguel Soler, donde se subraya que la educación nunca puede desligarse de las estructuras de poder y las ideologías que gobiernan la sociedad. En palabras de Paulo Freire, uno de los pensadores más influyentes en el ámbito educativo, "la educación es un acto político". Pero ¿qué significa esto para las sociedades contemporáneas inmersas en la globalización neoliberal? Y, más importante aún, ¿cómo debemos repensar el rol de la educación pública frente a esta realidad?

¿Política en la Educación? Un Hecho Innegable

Toda acción educativa se da en el seno de la polis, esa arena donde las decisiones que moldean nuestras vidas se debaten y toman. No es casualidad que las políticas educativas reflejen las tensiones entre las diferentes concepciones filosóficas y los intereses que atraviesan una sociedad. Desde la legislación que regula el sistema educativo hasta los contenidos curriculares, la política lo permea todo. Por lo tanto, cuando se discute sobre la educación, lo que realmente está en juego es el proyecto político de una sociedad.

En este sentido, Soler insiste en que la noción de la "apoliticidad" de las leyes educativas no es más que un mito conveniente. Los gobiernos, en su afán de neutralidad, suelen presentar sus decisiones como si estuvieran desprovistas de contenido político, pero, en realidad, cualquier decisión en este ámbito es profundamente política. La historia está plagada de ejemplos en los que educadores en América Latina y España han sido perseguidos por intentar implementar una educación que promueva cambios sociales. Aquí surge una pregunta crucial: ¿cómo podemos avanzar hacia una educación que responda a las verdaderas necesidades de la sociedad, sin caer en las trampas de un sistema que pretende ser neutral, pero que responde a intereses específicos?

Sociedad y la Globalización

Toda colectividad nacional debe decidir democráticamente su proyecto de sociedad. Sin embargo, la globalización ha impuesto un pensamiento único que, más allá de la aparente neutralidad, favorece los intereses de las potencias hegemónicas, particularmente aquellos de países como Estados Unidos. En este contexto, el debate sobre el futuro de la educación no puede quedar al margen del debate sobre el tipo de sociedad que deseamos construir.

Aquí es donde Soler lanza su crítica más feroz contra la globalización: en lugar de permitir que las sociedades locales y nacionales definan su propio proyecto educativo, esta promueve un modelo educativo que responde a los intereses del mercado global. ¿Cómo puede una educación que se encuentra al servicio de intereses externos contribuir al bienestar de las comunidades locales? Para Soler, la resistencia a esta imposición es clave. Las reformas educativas no deben ser el resultado de presiones externas, sino de una consulta democrática y genuina dentro de cada sociedad. De lo contrario, lo que obtenemos es un proyecto impuesto, que desnaturaliza la educación al alejarla de sus raíces sociales y culturales.

Politicidad y activismo partidista: Diferencia vital

Es crucial distinguir entre la politicidad inherente a la educación y el activismo partidista. Aunque ambos están relacionados, cumplen funciones diferentes. La politicidad de la educación es inevitable; cualquier sistema educativo refleja valores, ideologías y prioridades políticas. Por otro lado, el activismo partidista es una forma de participación directa y militante en la política. Confundir estos conceptos puede llevar a la desnaturalización del debate sobre la educación. La educación no debe ser un campo de batalla para los partidos políticos, sino un espacio donde se debatan colectivamente los valores y principios que guiarán a una sociedad.

Novena Reflexión: Educación pública como pilar de la justicia social

Si en la Quinta Reflexión Soler nos muestra cómo la educación es intrínsecamente política, en la Novena Reflexión nos advierte de la urgencia de garantizar una educación pública de calidad. No hay transformación social sin educación, y no hay educación de calidad sin recursos adecuados. Sin embargo, en la mayoría de los países, la educación pública está siendo asfixiada por la falta de inversión y por políticas que, lejos de resolver los problemas estructurales, profundizan la desigualdad.

Educación Pública: Un derecho universal

Soler señala que la educación pública debe ser gratuita y universal, especialmente en las etapas más formativas, es decir, para niños de 0 a 16 años. Pero este ideal solo es alcanzable si los gobiernos asignan los recursos adecuados para ello. Según recomendaciones internacionales, los países deben destinar al menos el 6% del PIB a la educación. Sin embargo, los datos son desalentadores: en el año 2000, 130 de 156 países dedicaban menos del 6% a la educación, y 12 de ellos menos del 2%. España, por ejemplo, gastaba un 4.51%. Estos números son elocuentes: mientras más se recorta el presupuesto en educación, más difícil es garantizar una educación de calidad para todos.

¿Desigualdad en la Educación?

Uno de los mayores peligros que enfrenta la educación pública es la creciente desigualdad. Soler critica la tendencia a considerar a la educación pública como inferior, mientras que las clases altas disfrutan de una educación de élite. Esta división perpetúa la desigualdad social, creando un sistema en el que los ricos reciben una educación de calidad, mientras que los pobres se ven obligados a conformarse con un sistema que no satisface sus necesidades ni les ofrece las herramientas necesarias para avanzar.

La falta de inversión estatal se traduce en salarios bajos para los docentes, escasez de materiales educativos, servicios técnicos deficientes y una infraestructura educativa inadecuada. Esto es responsabilidad directa del Estado, que tiene el deber de asegurar que todos los ciudadanos tengan acceso a una educación de calidad.

Desmilitarización y redistribución de recursos

Una propuesta radical que plantea Soler es la desmilitarización de los países y la redirección de esos recursos hacia la educación. En un mundo donde los gastos militares superan los presupuestos educativos, esta idea parece utópica, pero no por ello menos urgente. Soler aboga por un sistema impositivo justo que permita al Estado cumplir con su obligación de garantizar una educación gratuita y de calidad para todos.

Alguna reflexión

La reflexión sobre la educación no es nueva; desde Platón en la República, se han planteado preguntas sobre su papel en la formación de ciudadanos justos y virtuosos. Platón entendía que la educación era el cimiento de la polis ideal, una herramienta para moldear el alma y dirigirla hacia el bien común. Sin embargo, hoy parece que hemos desviado este propósito. ¿Es la educación, en el siglo XXI, un proyecto colectivo de mejora social o un simple escenario de disputas políticas? Esta es una pregunta que debemos enfrentar con valentía.

La realidad es que la educación, que debería ser un espacio sagrado de transformación personal y social, corre el riesgo de convertirse en un botín de guerra para los partidos políticos. ¿Quién puede negar que las reformas educativas, muchas veces, parecen responder más a agendas partidarias que a las necesidades reales de estudiantes y docentes? Pero el verdadero peligro radica en que permitamos que esta politización se normalice, aceptando sin resistencia que los intereses de unos pocos definan el futuro de las generaciones venideras. No podemos permitir que los estudiantes sean rehenes de este juego, ni nosotros, los docentes, los guardianes del saber, podemos quedarnos de brazos cruzados mientras ocurre.

¿Acaso estamos condenados a que la educación siga siendo un campo de batalla para ideologías y poderes que ven en ella solo una oportunidad de control? La respuesta debe ser un rotundo no. Debemos retomar la educación como lo que realmente es: un acto profundamente político, pero en el sentido más noble de la palabra, donde la comunidad se organiza en búsqueda del bien común, no de intereses particulares y egoístas.

La pregunta que nos queda es: ¿Estamos dispuestos a dirigirnos hacia un futuro donde la educación nos libere o hacia uno donde nos esclavice?

Bibliografía:

- Soler Roca, M. Reflexiones generales sobre la Educación y sus tensiones, Editorial Milenio, 2004. (Quinta y Novena reflexión)