El surgimiento del pensamiento moderno: René Descartes, la Duda Metódica y la búsqueda de un conocimiento seguro

Resulta interesante iniciar este desarrollo brindando un breve contexto histórico, que además nos permitirá comprender en mayor profundidad el pensamiento del filósofo. El enfoque de Descartes en el método racional y la duda metódica fue el cimiento sobre el cual se erigió el pensamiento filosófico moderno. No obstante, este giro fundamental en el siglo XVII no emergió de un vacío, sino como respuesta a un proceso de cambios que venía gestándose desde los inicios del siglo XIV, marcando el comienzo de una nueva era de cuestionamiento y razón.

Durante esos siglos, se construyó el mundo y la forma de pensarlo que, en algunos términos, aún perdura en la actualidad. Es difícil comprender desde nuestra perspectiva actual la radicalidad del cambio en la manera de pensar que se produjo en esta época histórica.

Hasta el momento el método de conocimiento era a través de los sentidos, ya que este se podía aplicar a cada aspecto de la vida sin la necesidad de una profunda indagación al respecto. En ese entonces era Dios aquel que mostraba el conocimiento en los seres humanos, todo lo que fue creado por él era utilizado y se entendía como todo lo bueno que podían recibir.

Entonces, casi nadie cuestionaba la existencia de Dios ni que la religión tuviese la última palabra en sabiduría. Sin embargo, justo en ese período se dio el paso del mundo medieval al mundo moderno, y muchos de los supuestos conocimientos que antes brindaban estabilidad comenzaron a ser cuestionados, puestos en duda.

Es importante entender el contexto en el que Descartes escribió su obra, así como contra quién estaba discutiendo y cuál era la situación del pensamiento en ese momento. Para comprender por qué Descartes consideraba necesario encontrar un método que organizara y sirviera de guía para llegar al conocimiento, debemos considerar al menos cuatro elementos que creemos importantes para mostrar cómo se marcó la transición de lo medieval a lo moderno.

En primer lugar, la visión del ser humano fue cambiando lentamente. Dejó de ser considerado el fin último de la creación divina para ser concebido como una especie más en el conjunto de los seres vivos. Este cambio anticipó algunas de las ideas filosóficas del pensamiento evolucionista que desarrollará más adelante Charles Darwin con su teoría.

En segundo lugar la teoría cosmológica dominante era la Aristótelica que situaba a la Tierra en el centro de todo, fue puesta en duda por Copérnico y Galileo, comenzando así la revolución científica y demostrando que la Tierra no era el centro inmóvil de un universo cerrado y finito.

El tercer elemento a enumerar fue el debilitamiento de la Iglesia cristiana, después de diversas crisis desde la caída de Constantinopla en el año 1453 hasta la Reforma Protestante en el siglo XVI, liderada por Martín Lutero. Esta reforma Luterana cuestionó la autoridad exclusiva de la Iglesia para interpretar los textos sagrados.

Y como último punto a nombrar fue el descubrimiento de nuevas tierras, como América, que cumplió un papel fundamental en el cambio del pensamiento y realidad europea. Este hecho significó encontrarse con un mundo completamente nuevo, poblado por personas con culturas y costumbres diferentes.

Todos estos elementos contextualizan la importancia de la primera meditación de Descartes, donde introduce el problema de la duda radical, cuestionando incluso la existencia de Dios, que obviamente no es solamente a Dios sino a las instituciones religiosas contemporáneas al autor y los argumentos escépticos que también tomaban fuerza en la época, como punto de partida para alcanzar un conocimiento sólido y seguro.

Pero a qué nos referimos cuando hablamos de "sólido y seguro". Basándonos en el texto de Villoro, quien realiza una diferenciación entre Conocimiento y creencia, entre creer y saber. El conocimiento va más allá de la creencia, ya que requiere una justificación sólida y corresponderse con la realidad. El saber implica necesariamente creer, pero no toda creencia implica saber.

Villoro señala también que el conocimiento tiene una función práctica al permitirnos orientar nuestras acciones en el mundo. Esta idea plantea que el conocimiento no es simplemente un asunto teórico sino que la justificación es crucial para el conocimiento porque nos da confianza en nuestras creencias y nos permite actuar en consecuencia. El conocimiento, entonces, no solo implica tener creencias verdaderas, sino también tener razones sólidas para esas creencias. Según el texto de Villoro el conocimiento se caracteriza por estar "atado" o "ligado" a la realidad de manera firme y segura.

Desde la cuestión del conocimiento en Villoro tiene diversas perspectivas. Se destaca la importancia del análisis de conceptos epistemológicos para el avance tanto en la formulación de teorías científicas como en la resolución de problemas filosóficos tradicionales. Se menciona que la filosofía se centra en analizar, clarificar y sistematizar conceptos, mientras que la ciencia se enfoca en explicar hechos de conocimiento. Se resalta la necesidad de distinguir entre la tarea filosófica de cuestionar creencias recibidas y reformar marcos conceptuales, y la labor científica de explicar esos hechos del conocimiento. Es importante remarcar que el autor le da una función a la filosofía y esta se ocupa de la justificación y validez del conocimiento, mientras que las ciencias buscan explicar las causas, funciones y resultados de los hechos.

El concepto de conocimiento puede abordarse desde diversas perspectivas, entre las cuales se destacan; La perspectiva psicológica que se enfoca en el proceso psíquico del conocimiento en la mente individual, desde la sensación hasta la inferencia, así como en su función en la estructura de la personalidad. La perspectiva sociológica la cual analiza los condicionamientos sociales de los conocimientos compartidos y su papel en el mantenimiento o transformación de las estructuras sociales. Y la perspectiva filosófica que se centra en la justificación y validez del conocimiento, distinguiendo entre el conocimiento y las creencias, y explorando las condiciones en las que algo puede calificarse como conocimiento.

Cada una de estas perspectivas aporta elementos clave para comprender la naturaleza, el desarrollo y las implicaciones del conocimiento en la mente individual y en el contexto social.

Regresando al pensamiento de Descartes, para él la verdad acerca del mundo, se encuentra escondida pero no oculta, ni tampoco se necesita de poderes mágicos para descubrirla, como algunos creían en la época Renacentista y Post-Reformista. Para Descartes cualquiera con un pensamiento claro y libre de prejuicio, podría alcanzar los razonamientos que le condujeran a la verdad en filosofía, ciencia y matemáticas.

"Lo que una mente sin prejuicios puede desplegar es el poder de la razón, el buen sentido, lo que Descartes llama "la luz Natural", y al menos en apariencia la gente la posee en la misma medida." (pag. 35 Williams) Aunque Descartes creía que cualquier hombre libre de prejuicios era capaz de seguir los razonamientos científicos o cualquiera que estuviera instruido adecuadamente podía comprender la verdad. Según él, no es cuestión de un genio descubrirla.

Descartes apuesta a su claridad racional y una mente libre de prejuicios debería poder entenderlo o seguirlo. Lo que necesitaba era fundamentar filosóficamente a la ciencia para poder construir un conocimiento verdadero y para esto se necesita ser claros y libres. Su filosofía abrió el camino para fundamentar todo el conocimiento, pero solo fue el punto de partida para definir lo que hoy conocemos como "Ciencia".

Siguiendo el camino trazado por lo expuesto previamente, me dispongo a repensar en la primera meditación de Descartes. Consciente de que todo conocimiento firme debe comenzar con la duda, me sumerjo en esta reflexión metódica, donde cada certeza es puesta a prueba bajo el lócus de la razón. Aquí, en esta forja del pensamiento crítico, Descartes no solo destruye ilusiones, sino que también nos guía hacia las verdades que soportarán el peso de toda duda.

René Descartes reconoce que existen verdades en su interior que las aceptaba como tales, pero al parecer algunas de ellas, por no decir todas, eran opiniones falsas. De esta manera se propone destruir todo conocimiento propio y ajeno y comenzar desde cero. Es como arrancar una Filosofía sin que nada antes de Descartes hubiera sucedido, eso es lo que intenta hacer al menos. Lo que busca con esto el autor es encontrar la verdad del conocimiento y las ciencias, podemos decir una manera de edificar conocimientos reales y verdaderos y para esto se propone derribar sus opiniones.

Descartes se describe como un individuo que está absolutamente solo y que además puede decidir libremente, porque en esa soledad intentará derribar todas sus viejas opiniones. Se desprende de esta actitud la personalidad moderna que es el individuo solitario, pensando. Es un cambio de era, de época, a su vez también es un cambio en el pensamiento.

Su primer paso será encontrar una verdad de la cual no pueda dudar, pero para encontrar debe dudar de todo. El primer nivel que presenta la duda es con la pregunta ¿De dónde vienen nuestros conocimientos? Vienen de los sentidos. Y Descartes dudará de ellos también. Un ejemplo de esa época es el nacimiento de la física newtoniana y el cambio con el paradigma aristotélico que ya es dejado atrás. Esta física que profesa Aristóteles proviene de los sentidos, y Descartes se propone dudar de ellos por esa razón; ya nos habíamos equivocado y los sentidos tenían la culpa.

De acá podemos saltar al segundo paso que da el autor cuando compara lo que vemos en la vigilia y lo que vemos en sueños. Lo que experimentamos con los sentidos es lo que vemos de la realidad y que lo que se nos presenta en forma de sueño es casi igual, en esta dirección podemos decir entonces que no solo los sentidos me engañan a veces, porque un sueño puede ser tan real, cómo lo es la realidad misma al estar consciente. También reconoce algo que pasa en los sueños y en la vigilia: 2 + 3 = 5. Un triángulo tendrá tres lados y las cabezas de un monstruo mitológico tendrá 50 cabezas. Las matemáticas funcionan tanto en el sueño como en la consciencia y esto le da la pauta a Descartes de que se puede confundir entre lo que vive en sueños y lo que vive en la realidad consciente.

En este sentido no es que dude de las matemáticas, porque puede estar soñando o despierto y 2+3 va a ser 5. En las demás ciencias tampoco cambia, pongamos como ejemplo a la física que se sirve de las matemáticas para realizar sus cálculos y predicciones, pero Descartes introduce el concepto de Dios. El autor se pregunta si Dios es capaz de engañarlo, pero se da cuenta que Dios no puede engañarlo porque él es suma bondad, y si el bien supremo es Dios este no podría engañarme. Parece un argumento bastante ateo realmente. Rearmar este argumento sería decir que si los sentidos me engañan, ellos son parte de mi y yo soy creado por Dios, entonces Dios creó esos sentidos que tengo. ¿Los creó para engañarme? La respuesta en este sentido sería que indefectiblemente me está engañando. Pero si es suma bondad, no debería engañarnos. He aquí la introducción de un tercer nivel de duda y es la creación del concepto de "Genio maligno".

En esta lógica donde Dios no podría engañarme entra el tercer paso de la duda y la hipótesis del genio maligno, siendo este tan engañador como poderoso, recrea una realidad existente, exterior a mi, con el simple motivo de engañarme. Descartes seguirá dudando incluso de su propia materia, de sus huesos y carne, cosa de no encontrar falsedades y disponerse a saber que ese genio maligno existe pero que en su propia mente, en su propio entendimiento, no puede este ser imponer a Descartes nada, y si al menos pudiera encontrar alguna verdad evidente, pero al no encontrarla decidirá suspender el juicio. Claramente es un recurso que toma Descartes para dudar de todo, crea el genio maligno para lograr que el lector se convenza de que el autor no está dejando nada al azar, todo es puesto en duda, hasta su propia existencia.

Descartes nos deja al borde de un abismo intelectual, cuestionando todo lo que creemos saber. Si hasta nuestros sentidos, nuestra experiencia y nuestra razón pueden ser manipulados, ¿qué nos queda? El genio maligno de la primera meditación no es solo una fantasía filosófica, sino una invitación a profundizar en los cimientos de nuestra propia realidad. ¿Cómo podemos estar seguros de algo en un mundo donde la duda parece tener la última palabra? Solo quien se atreva a adentrarse en las siguientes meditaciones podrá descubrir si, en medio de tanta incertidumbre, existe una verdad que resista cualquier engaño. Cuando el suelo de todas las certezas se desvanecen, sólo queda el abismo de la duda, y en ese vacío, se parece forjar el verdadero conocimiento.

Bibliografía:

  • Descartes, R, "Meditaciones metafísicas en las que se demuestran la existencia de Dios y la inmortalidad del alma". Introducción, traducción y notas: Vidal Peña. Clásicos Alfaguara, Madrid. 1977.

  • Villoro, L, "Creer, saber, conocer". Siglo XXI Editores, México. 2008.

  • Williams, B, "Descartes: el proyecto de la investigación pura". Cátedra Teorema, Madrid. 1996.