¿Enseñar Filosofía? Un Desafío para el Presente y el Futuro
¿Para qué la enseñanza de la Filosofía en el sistema educativo uruguayo en la actualidad con miras al futuro?
"Salzman percibió la invasión de otro pensamiento usurpador: ¿Es el azar el nombre de nuestra ignorancia o el universo contiene episodios impredecibles?"
Alejandro Dolina. Cartas marcadas (2012).
Resumen:
La presente investigación tiene como objetivo principal trazar una genealogía exhaustiva de la enseñanza, con especial énfasis en la Filosofía en Uruguay, y examinar su relevancia en el contexto educativo actual. Este recorrido no es solo una revisión histórica, sino un intento por capturar el pulso vivo de la enseñanza filosófica en sus múltiples dimensiones, desde sus orígenes hasta sus desafíos contemporáneos. ¿Qué papel puede jugar la Filosofía en un sistema educativo que privilegia lo técnico sobre lo reflexivo?
El trabajo explora diversas visiones y debates en la historia de la filosofía, focalizando en el pensamiento filosófico uruguayo. Se subraya la importancia de la educación como columna vertebral de la Filosofía, y se plantea la cuestión de los beneficios que su enseñanza aporta a la educación pública, no como un mero adorno académico, sino como un motor de reflexión crítica y transformación social. En este sentido, ¿cómo puede la Filosofía contribuir a una formación integral que supere la lógica utilitaria? Entre los desafíos, se consideran problemáticas éticas, políticas y de derechos humanos que atraviesan esta disciplina.
A lo largo de la investigación, se destaca la necesidad de mirar tanto al pasado como al presente para contrastar las posiciones históricas y actuales sobre lo que entendemos por verdadera educación. Solo a través de este diálogo entre tiempos es posible reconsiderar el lugar de la Filosofía en el proyecto educativo contemporáneo. ¿Puede una educación enfocada en la utilidad técnica formar ciudadanos críticos y reflexivos?
En definitiva, este trabajo pretende arrojar luz sobre la enseñanza de la Filosofía en Uruguay, no solo como un campo académico, sino como una práctica cargada de implicaciones filosóficas y educativas que impactan directamente en la formación crítica de las futuras generaciones.
Palabras clave: Filosofía, educación, enseñanza, aprendizaje, docencia.
1 - Introducción:
La enseñanza de la Filosofía no siempre ha sido reconocida como una pieza clave dentro de los sistemas educativos a lo largo de la historia. Su inclusión y enfoque han variado considerablemente según la época, el contexto cultural y las estructuras educativas predominantes. Mientras disciplinas como la biología o las matemáticas tienen un objeto de estudio claramente definido y observable, la Filosofía parece más escurridiza, difícil de encasillar en una definición concreta. Entonces surge la pregunta: ¿qué es la Filosofía? Y más aún, ¿cómo justificamos su enseñanza en un mundo que parece inclinarse hacia lo práctico y lo tangible?
No es un cuestionamiento trivial. La Filosofía es, en última instancia, el estudio de los problemas fundamentales de la existencia humana: la verdad, el bien, la belleza, la realidad, el ser humano. A través de la reflexión filosófica, no solo leemos y comprendemos el mundo, sino que también nos leemos a nosotros mismos. Sin embargo, en una época donde el homo faber, el hombre que produce, domina la escena educativa, se ha relegado al homo sapiens, el hombre que reflexiona. Y es aquí donde surge la disyuntiva: ¿debe la Filosofía ser enseñada en un sistema educativo que parece valorar únicamente lo utilitario y concreto?

Carlos Vaz Ferreira ya anticipó este debate en su época, cuando la influencia de la doctrina utilitarista estadounidense impulsaba la idea de que solo lo "práctico" merecía un lugar en la educación secundaria. Vaz Ferreira se erigió como defensor de la Filosofía, argumentando que su exclusión de los planes de estudio representaba dos grandes errores: uno lógico y otro pedagógico. Según Vaz Ferreira, el error lógico se basa en la falacia de los grados, que sostiene que si algo no puede enseñarse perfectamente, entonces no debe enseñarse en absoluto. Este razonamiento, profundamente defectuoso, no toma en cuenta que la enseñanza de la Filosofía, aunque compleja, es posible y valiosa, incluso si no se alcanza un entendimiento absoluto en el proceso. El error pedagógico, por otro lado, es la suposición de que los estudiantes no pueden comprender adecuadamente la Filosofía en la secundaria y, por ende, los profesores no están en condiciones de enseñarla bien. Al respecto, Vaz Ferreira aclara:
"Quitar la Filosofía de los cursos de enseñanza tiene dos errores: uno lógico y otro pedagógico. El error lógico es la falacia de grados, que consiste en opinar que lo que no puede hacerse de un modo perfecto, no debe hacerse de ningún modo. El error pedagógico es considerar que la filosofía no puede formar parte de los planes de enseñanza secundaria porque allí, ni los alumnos pueden entenderla bien, ni los profesores pueden enseñarla bien, por lo cual no es ése su lugar" (Vaz Ferreira, 1957).
Vaz Ferreira nos invita a rechazar esta visión reduccionista, recordándonos que no todo lo valioso en la educación puede ser comprendido a la perfección de inmediato, pero eso no lo hace menos importante. La Filosofía, aun cuando se enseñe de manera imperfecta, cultiva habilidades fundamentales: el pensamiento crítico, la capacidad de cuestionar y la facultad de discernir entre lo que conocemos bien y aquello que ignoramos.
Además, Vaz Ferreira refutó una segunda objeción de corte positivista, que proponía limitar la enseñanza a lo "prácticamente útil" y eliminar lo abstracto. Defendió que excluir la Metafísica, uno de los pilares de la Filosofía, no solo es un error, sino que priva a los estudiantes de enfrentarse a las preguntas más trascendentales. Para él, la Metafísica abarca temas profundamente humanos, como la libertad, el determinismo, la existencia de Dios, y el problema más vital de todos: la inmortalidad de la conciencia. Negar la enseñanza de estos temas sería dejar a los estudiantes incompletos, tanto en su inteligencia como en su sentimiento. Vaz Ferreira señaló al respecto:
"Es error bien vulgar considerar la Metafísica como si no comprendiera más que problemas abstractos. Lo son, sin duda, tantos de los que esa disciplina trata: el idealismo, el fenomenismo, etc., pero la Filosofía forma parte también, los más vitales de todos: los de la libertad y los del determinismo, el de la existencia de Dios, y el más vital, el más importante de todos, para nosotros: el de la inmortalidad, el de la supervivencia de la conciencia. Dejar salir a los jóvenes de la enseñanza sin haberles hecho sentir esos problemas – comprendidos hasta donde pueden – es dejarles la inteligencia y el sentimiento incompletos" (Vaz Ferreira, 1957, p. 70).
Este enfoque de Vaz Ferreira subraya la importancia de la Filosofía en la formación integral de los estudiantes. No se trata solo de aprender a resolver problemas prácticos, sino de enfrentar los dilemas más profundos que definen nuestra existencia. La Filosofía, lejos de ser un ejercicio meramente especulativo, nos ayuda a comprendernos mejor a nosotros mismos y a convivir en sociedad. En palabras del propio Vaz Ferreira:
"Enseñar a graduar la creencia, y a distinguir lo que se sabe y se comprende bien, de lo que se sabe y se comprende menos bien, y de lo que se ignora (enseñar a ignorar, si esto se toma sin paradoja, es tan importante como enseñar a saber). Concordantemente, excitar, despertar los espíritus… ensancharlos…" (Vaz Ferreira, 1957, p. 64).
Por lo tanto, la enseñanza de la Filosofía es una herramienta fundamental para formar ciudadanos críticos, capaces de cuestionar su realidad y de participar activamente en una sociedad democrática. Si bien el utilitarismo puede tener su lugar en el ámbito educativo, la Filosofía nos enseña a no conformarnos solo con lo tangible, sino a buscar siempre una comprensión más profunda y completa del mundo y de la vida.
2- ¿EDUCACIÓN? ¿PARA QUÉ? SOBRE EL DERECHO A EDUCAR Y A LA EDUCACIÓN
Podemos empezar afirmando que la educación debe ser, ante todo, para la vida. Si esto es así para la educación en su conjunto, la Filosofía, como asignatura, es la que más claramente se ocupa de ese aspecto vital. La Filosofía se pregunta sobre nosotros mismos, los otros, lo que consideramos justo, nuestro entorno, nuestros valores, aquello que nos gusta y lo que rechazamos. No se trata aquí de desmerecer el valor de otras disciplinas, ni de caer en falsas oposiciones al estilo vazferreireano, sino de reconocer que estos temas son objeto central del estudio filosófico. La Filosofía, por tanto, nos ayuda a mirar la realidad desde diferentes ángulos, ofreciéndonos múltiples lentes para analizar el mundo.
Al actuar de este modo, la Filosofía no solo sale al encuentro de lo no filosófico, sino que confronta lo establecido. Busca cuestionar lo que parece evidente, lo que consideramos obvio, para descubrir qué puede estar oculto tras lo cotidiano. En este sentido, surge una pregunta clave: ¿son obvios los Derechos Humanos? ¿Dónde se sitúan en la estructura social? ¿Son verdaderamente universales o aplican solo a algunos? ¿Se respetan de manera plena en todas partes? Estas preguntas, aunque no pueden responderse de manera concluyente aquí, nos permiten abrir la reflexión sobre las complejas estructuras sociales, políticas y económicas en las que vivimos.
Marx describía esta estructura como la "Base Económica" de la sociedad, una base que ha existido en todas las épocas. Por ejemplo, en la Edad Media, el feudalismo era la base económica. Entonces, podríamos preguntarnos: ¿existían Derechos Humanos en el feudalismo? La respuesta parece clara: no, porque estos derechos nacen con la caída de ese sistema y el ascenso de la burguesía, una nueva clase que promovió la idea de libertad individual y derechos.

Sin embargo, no debemos detenernos solo en estos grandes cambios históricos. Debemos también centrarnos en lo que explica la autora uruguaya Reina Reyes, quien analiza de manera precisa dos conceptos fundamentales: el derecho a la educación y el derecho a educar. Aunque puedan parecer evidentes, estas nociones son esenciales para entender la estructura educativa actual.
El derecho a educar se ha ejercido históricamente por instituciones como la familia, la Iglesia y el Estado. Se trata de la capacidad de transmitir conocimientos, valores y habilidades de una generación a otra, con el objetivo de garantizar la continuidad social. Este derecho ha sido clave en todas las sociedades, y como explica Reyes, sigue siendo fundamental en las democracias modernas. No obstante, existe una diferencia crucial entre este derecho y el derecho a la educación, que hace alusión al derecho de los individuos a recibir una educación que fomente su autonomía y desarrollo personal.
Reina Reyes nos alerta sobre la importancia de distinguir entre estos dos derechos, ya que tienen implicaciones muy diferentes. El derecho a educar hace referencia al poder que tienen ciertas instituciones, como los padres, el Estado o la Iglesia, para determinar los fines de la educación según sus orientaciones políticas, filosóficas o religiosas. En cambio, el derecho a la educación se centra en los estudiantes, quienes tienen derecho a una educación que respete su libertad, su autonomía y su dignidad, sin imposiciones ideológicas.
Esta distinción es clave porque, cuando quienes ejercen el derecho a educar lo hacen desde una orientación ideológica particular, se corre el riesgo de limitar la libertad de los estudiantes. Los fines de la educación, en estos casos, se vuelven trascendentes, es decir, están más allá del individuo, y se imponen como una concepción particular de la vida y del orden social. Por el contrario, el derecho a la educación implica fines inherentes, centrados en el desarrollo individual, la capacidad de pensar críticamente y el respeto mutuo, fundamentales en una sociedad democrática.
Piaget, al referirse al derecho a la educación, sostenía que este derecho debe promover el desarrollo de herramientas intelectuales y morales que permitan la formación de una mente lógica y una conciencia moral activa. Esto va más allá de la mera adquisición de conocimientos: se trata de formar personas capaces de razonar, reflexionar y actuar de manera ética en el mundo.
En las democracias, el gran desafío es equilibrar el derecho a educar con el derecho a la educación. Algunos Estados optan por una libertad total de enseñanza, mientras que otros prefieren monopolizar la educación, imponiendo directrices claras. La elección entre estos enfoques depende de las fuerzas históricas y culturales de cada sociedad.
Reina Reyes explora en profundidad estas tensiones y destaca la importancia de una educación que forme individuos autónomos y respetuosos. Una educación que, lejos de imponer una agenda ideológica, permita a los estudiantes desarrollar sus propias ideas y valores en el marco de una sociedad democrática.
Ante este panorama, es necesario preguntarnos: ¿La educación, tal como se plantea hoy, tiene como fin mejorar a la comunidad o simplemente es un privilegio reservado para algunos sectores privilegiados? ¿Quién decide, en última instancia, qué se debe enseñar y quién debe enseñarlo? Y, lo más importante, ¿cómo garantizamos que la educación sea realmente un derecho para todos, y no una herramienta de control social o de perpetuación de desigualdades?
3- ¿QUIÉN ENSEÑA? ¿QUIÉN APRENDE? SISTEMAS CONTEMPORÁNEOS DE EDUCACIÓN
Reflexionemos ahora sobre cómo la historicidad de la educación, que sigue una trayectoria casi dialéctica de inspiración hegeliana, se enfrenta a los nuevos mecanismos de nuestras sociedades contemporáneas, donde las nociones de educación, enseñanza y aprendizaje —y podemos añadir también, de vida— han sido transformadas. Hasta este punto, hemos explorado el papel del sujeto que aprende, pero debemos dar un paso más y considerar al sujeto que enseña, a quien transmite el conocimiento y convierte la educación en una praxis.
El análisis de la evolución histórica de la educación, en relación con los mecanismos contemporáneos de la sociedad capitalista liberal, es esencial para entender cómo ha cambiado la enseñanza a lo largo del tiempo. Ya no es suficiente centrarse en el sujeto que aprende; es igualmente crucial pensar en el rol del que enseña, un rol que ha sido redefinido con el paso de los años. El docente, en su función tradicional, se situaba en una posición jerárquica, como el portador exclusivo del conocimiento, mientras que el estudiante era un receptor pasivo. Sin embargo, esta dinámica ha cambiado, desplazándose hacia una visión más horizontal y colaborativa. Hoy en día, el docente es visto como un facilitador del aprendizaje, más que como un simple transmisor de información.

Pero, ¿qué ocurre cuando este sistema contemporáneo reduce la educación a la mera facilitación de información? ¿Qué pasa cuando el propósito de la enseñanza es formar individuos moldeados a imagen y semejanza de un sistema capitalista, en lugar de ciudadanos críticos y autónomos? Para responder a esta pregunta, podemos acudir a las reflexiones de Sandino Núñez en su Breve diccionario para tiempos estúpidos (2014).
Núñez nos lleva a observar la emergencia de una nueva figura: el "coach". Este sujeto, producto del sistema capitalista, es un facilitador de maneras de vivir. Lo que Núñez llama "coaching ontológico" es una práctica que no se orienta a la educación en el sentido tradicional, sino al ajuste de los individuos a un sistema que persigue fines predefinidos. A diferencia del docente, cuyo objetivo es acompañar al estudiante en un proceso crítico de aprendizaje, el coach se limita a entrenar para que el individuo cumpla con esos fines establecidos por el sistema.
Un coach, según Núñez, es alguien que pone en marcha el proceso de coaching, que no es otra cosa que instruir o entrenar a otros para que logren un objetivo concreto. Sin embargo, el verdadero fin no reside en el coach, sino en el sistema que lo engendra. ¿Cómo puede ser esto? El coach existe para moldear al individuo, para hacerlo funcional dentro de un sistema que lo quiere eficaz, pero sumiso. El coaching ontológico, en este sentido, busca que el sujeto aprenda a encajar, a cumplir metas sin cuestionar el entorno. Así, el coach se convierte en un facilitador de conformidad, más que en un educador.
Aquí radica una diferencia crucial. Mientras que el docente acompaña en el proceso de aprender y desarrollar un pensamiento crítico, el coach se limita a guiar hacia la consecución de metas superficiales: éxito financiero, realización personal o hitos materiales. Este es un enfoque peligroso si dejamos que la educación se reduzca a esto, a una simple estrategia para alcanzar metas impuestas por el sistema. Como señala Núñez, el coaching no promueve la emancipación del individuo, sino su adaptación al sistema.
Por tanto, es fundamental que no permitamos que la educación caiga en este absurdo. La verdadera enseñanza debe continuar siendo un proceso de reflexión y crítica, no una simple fórmula para alcanzar el éxito dentro de los parámetros que dicta el capitalismo. En contraste con el coaching, la labor del docente sigue siendo crucial para fomentar una sociedad más justa y democrática, donde el aprendizaje sea una herramienta para la transformación social, no para la conformidad.
Si dejamos que la educación se subordine a los objetivos del coaching, habremos perdido el sentido profundo de educar. La educación debe ser un bien común, orientado a la mejora colectiva, a la construcción de una sociedad más reflexiva, crítica y democrática.
4- ALGUNAS CONCLUSIONES Y REFLEXIÓNES
Esta investigación ha realizado un recorrido intelectual desde Vaz Ferreira, pasando por Reina Reyes hasta Sandino Núñez, con el objetivo de trazar un camino de pensamiento crítico sobre la enseñanza y la educación en Uruguay. Explorar las ideas de estos autores es fundamental para iluminar nuestro presente y comprender a fondo qué significa educar, enseñar y aprender en el contexto actual. Es un viaje necesario para entender los desafíos y oportunidades de nuestra educación contemporánea.
El propósito central de esta investigación ha sido destacar la relevancia de la enseñanza de la filosofía como una disciplina que fomenta el pensamiento crítico y la comprensión profunda de la realidad. En una sociedad democrática, el derecho a educar y el derecho a la educación son cuestiones esenciales que requieren un análisis constante. Además, hemos abordado los desafíos actuales en la educación, entre los que destaca la creciente influencia de enfoques como el coaching ontológico en la formación de individuos.
Al reflexionar sobre la naturaleza de la educación, se concluye que su papel es fundamental para formar ciudadanos conscientes y autónomos. La educación no puede reducirse a un mero proceso de adquisición de habilidades técnicas; es, ante todo, un camino hacia la mejora de nuestra sociedad y hacia la construcción de una vida en común basada en el respeto y la justicia.

Es crucial, además, retomar los desafíos planteados por Pablo Romero García (2021) sobre el papel del docente como intelectual en una sociedad global y digital. Romero sostiene que, en el presente, el intercambio de ideas ya no se da mediante argumentos sólidos, sino que se ve invadido por adjetivaciones y polarizaciones. Esto contrasta con la visión de Vaz Ferreira, quien desde hace más de un siglo defendía la necesidad de un debate ético y bien fundamentado. En esta era de comunicación total, nuestro reto es revitalizar el debate genuino, basado en el respeto y en el intercambio de ideas enriquecedoras, no en la competencia o la descalificación.
En definitiva, las reflexiones aquí expuestas buscan reafirmar la educación como un bien común, esencial para la construcción de una vida en sociedad más justa y reflexiva. Nuestra tarea intelectual consiste en cuestionar, debatir y proponer alternativas, no como un acto de rivalidad, sino como un ejercicio de crecimiento colectivo. Esta investigación ha pretendido mostrar que la educación no es solo un medio para adquirir habilidades, sino también el fundamento para forjar una sociedad más democrática, crítica y humana.
Bibliografía.
- Núñez, S. (2014) "Breve diccionario para tiempos estúpidos" Montevideo, Uruguay: Criatura Editora.
- Reyes, R. (2005) "El derecho a educar y el derecho a la educación" Montevideo, Uruguay: Editorial Monteverde.
- Romero García, P. (2021) "Sobre el sentido de educar" Montevideo, Uruguay: Penguin Random House Grupo Editorial S.A.
- Vaz Ferreira, C. (1957) "Lecciones sobre pedagogía y cuestiones de enseñanza" (1910) Vol 2. (pp. 61-70) Edición de la Cámara de Representantes ROU, Montevideo.