¿Es la literatura local solo un espejismo? Borges haciendo amigos
Introducción
Jorge Luis Borges, en su conferencia El escritor argentino y la tradición, plantea una de las reflexiones más profundas sobre la relación entre la identidad cultural y la creación literaria. Borges no solo desafía los prejuicios que limitan la producción artística argentina a lo estrictamente local, sino que también ofrece una visión universalista de la literatura, invitando a los escritores a dialogar con todo el acervo de la cultura occidental. A través de su discurso, Borges nos insta a pensar críticamente sobre el nacionalismo cultural, la tradición y el lugar que ocupan los escritores en un mundo global.
En este artículo, pretendemos examinar los planteamientos filosóficos de Borges desde una perspectiva que no solo invita a repensar la identidad literaria, sino que abre una interrogante más profunda: ¿qué implica ser un escritor en un mundo donde las fronteras culturales parecen, más que nunca, insuficientes para definirnos? Este recorrido filosófico nos permitirá revisar la falacia de la falsa oposición que Borges combate y, a su vez, reflexionar sobre la condición humana desde la tensión entre lo local y lo universal.
Borges y la falacia de la falsa oposición
Uno de los conceptos centrales que Borges aborda es la idea de que el escritor argentino se enfrenta a una aparente dicotomía: o bien escribe desde una posición puramente nacionalista, exaltando el color local y las tradiciones autóctonas, o bien se desvincula de su cultura para abrazar lo universal. Borges revela que este dilema es una ilusión, un simulacro que ha sido tomado como un problema real. Su argumento filosófico va más allá de una simple reflexión estética: apunta a desmontar una falacia de falsa oposición, que sugiere que lo local y lo universal son mutuamente excluyentes.
Desde la perspectiva de Borges, lo que se presenta como contradicción es, en realidad, una relación complementaria. La obra de un escritor puede surgir de un contexto particular, como el caso del Martín Fierro, pero no por ello se ve limitada a ese contexto. Este poema, considerado emblema de la tradición literaria argentina, no se agota en su lenguaje gauchesco ni en su referencia directa a la cultura argentina. Borges lo compara con obras universales como la Odisea o la Biblia, señalando que los grandes temas que aborda –la justicia, el exilio, la dignidad– son universales. En esta línea, Borges desafía la noción de que la literatura argentina debe aferrarse a su color local para ser auténtica. Nos invita a considerar que, cuanto más fiel sea una obra a las preocupaciones universales de la condición humana, más genuinamente representará a su cultura de origen.
Desde un punto de vista filosófico, esta crítica a la oposición entre lo local y lo universal nos lleva a repensar el concepto de identidad cultural. ¿Qué significa ser "argentino" en la escritura? Para Borges, la respuesta no radica en una estética nacionalista limitada a lo geográfico, sino en la capacidad de dialogar con toda la tradición cultural que ha conformado la experiencia humana. En este sentido, el escritor argentino no debe encerrarse en los límites de lo vernáculo, sino que tiene el derecho y el deber de participar en la conversación literaria global.
Universalidad y libertad creativa
Borges, consciente de las tensiones culturales de su tiempo, señala que los escritores argentinos no deben sentirse obligados a circunscribirse a los temas y formas que dicta su contexto inmediato. Es decir, el nacionalismo cultural, que promueve una idea cerrada de lo que significa "ser argentino", restringe la libertad creativa al imponer un mandato de autenticidad que, en realidad, es ilusorio. Borges argumenta que la verdadera creatividad no surge de la adherencia a convenciones locales, sino de la apertura a todas las influencias, sean estas argentinas, europeas o de cualquier otra parte del mundo.
En este sentido, la filosofía borgeana puede entenderse como una reivindicación de la libertad creadora frente a las restricciones del determinismo cultural. Desde un enfoque existencialista, podríamos decir que Borges aboga por la trascendencia del ser en la escritura: el escritor no está determinado por su contexto, sino que tiene la capacidad de elegir qué temas abordar y cómo hacerlo. Esta libertad no es solo una cuestión estética, sino una afirmación de la autonomía del individuo frente a los sistemas que buscan imponer identidades fijas.
Borges nos invita, entonces, a reflexionar sobre la relación entre el escritor y su cultura de origen. Lejos de estar condenado a repetir los patrones de su entorno, el escritor es libre de apropiarse de todas las tradiciones y hacerlas suyas. Esta idea de apropiación cultural, en el sentido borgeano, no implica una traición a la autenticidad, sino una ampliación del horizonte creativo. Así como un escritor árabe puede prescindir de camellos en su obra sin dejar de ser árabe, un escritor argentino puede explorar temas ajenos a la pampa y seguir siendo auténticamente argentino.
¿Hay horizonte?
Borges sugiere que la tradición argentina no debe buscarse en las particularidades nacionales, sino en la totalidad de la cultura occidental. Para él, el patrimonio de los escritores argentinos no se reduce a lo local, sino que es tan vasto como el universo mismo. Esta afirmación nos lleva a una reflexión filosófica profunda: la verdadera tradición no está en las diferencias, sino en la humanidad compartida.
La universalidad que Borges defiende no es la imposición de una cultura global homogénea, sino el reconocimiento de que todos los seres humanos, independientemente de su origen, comparten las mismas preocupaciones fundamentales. En este sentido, la literatura se convierte en un medio para explorar esas preocupaciones comunes y trascender las fronteras que dividen a las culturas. Es en esta capacidad para conectar lo local con lo universal donde radica la verdadera grandeza de una obra literaria.
La crítica constructiva que se puede extraer desde esta perspectiva filosófica es que el nacionalismo cultural, al insistir en la diferencia, corre el riesgo de perder de vista aquello que nos une como seres humanos. Al pensar en la palabra "humanidad" como el núcleo de su pensamiento, Borges nos estaría invitando a repensar la tradición no como una serie de características que nos separan del resto del mundo, sino como un diálogo continuo con el otro, con lo diferente, pero también con lo común.
La humanidad de Borges
El discurso de Borges en El escritor argentino y la tradición es, en última instancia, una invitación a la reflexión filosófica sobre la condición humana y la identidad cultural. Aunque la palabra "humanidad" no aparece en su texto, me gusta pensar que Borges, en su profunda exploración de la literatura, tenía presente esta noción. Nos muestra que la literatura no puede ser reducida a lo meramente local; debe aspirar a lo universal, no como una forma de homogeneización cultural, sino como un reconocimiento de las preocupaciones comunes que definen nuestra humanidad.
El verdadero desafío que Borges nos plantea es el de superar las falacias que restringen nuestra visión del mundo y de la literatura. Nos invita a escribir desde la libertad creativa, entendiendo que nuestra pertenencia a una cultura no limita nuestra capacidad de dialogar con todas las demás. Como él mismo dice, "somos seres del universo, y como tales, escribimos sobre el universo". En este sentido, Borges no solo nos habla como escritores, sino como seres humanos que, en su búsqueda por comprender el mundo, encuentran en la literatura una forma de trascender las fronteras impuestas por la geografía y la historia. Así, al incluir la noción de humanidad en nuestra lectura de su obra, recordamos que, más allá de nuestras raíces culturales, todos compartimos la misma experiencia de vivir y crear en este aparente infinito universo.
Bibliografía:
- Borges, J. L. Versión taquigráfica de una clase dictada en el Colegio Libre de Estudios Superiores y reproducida en el libro Discusión, J. L. Borges (Madrid, Alianza, 1997)
- Dolina, A. (1998). El libro del fantasma. Buenos Aires: Planeta.
- Feinmann, J. P. (2004). La filosofía y el barro de la historia. Buenos Aires: Planeta.