Gestión en la Educación: ¿contrato social o estrategia de marketing?
Introducción a la gestión educativa
La palabra "gestión" proviene del ámbito empresarial y se refiere a la administración eficiente de recursos para alcanzar objetivos específicos. En las últimas décadas, este término ha encontrado un nuevo espacio en el discurso educativo. ¿Por qué será que el concepto de gestión, inicialmente asociado a la economía, ha sido trasladado a la educación? Esta pregunta abre un abanico de reflexiones sobre los retos que enfrentan las instituciones educativas y la necesidad de adoptar prácticas más organizadas y sistemáticas.
Hoy en día, las instituciones educativas enfrentan una serie de desafíos complejos que requieren no solo la optimización de recursos, sino también un enfoque que contemple las particularidades de la comunidad educativa. Así, la gestión educativa se define no solo como una cuestión de procedimientos y administración, sino como una actividad que debe estar orientada hacia el desarrollo integral de los individuos que la componen. La cuestión radica en cómo traducir los principios de gestión, típicamente aplicados en el ámbito empresarial, a un contexto donde el objetivo final es formar seres humanos, considerando tanto sus necesidades como sus potencialidades.
El error de reducir la gestión a la eficiencia
Una objeción común podría ser que la gestión educativa debe centrarse en maximizar resultados cuantificables, como el rendimiento académico o la eficiencia administrativa. Sin embargo, tal perspectiva se apoya en una falacia sutil pero peligrosa. ¿Acaso no es más importante el bien de los estudiantes que los números? Un gestor que solo persigue la eficiencia se asemeja a un arquitecto que se preocupa únicamente por los costos de los materiales, ignorando la calidad y la estética de la edificación.
De este modo, podemos argumentar que la gestión educativa debe concebirse como un acto moral. Si educar es un acto noble, entonces la gestión debe también ser un ejercicio de nobleza. La eficiencia, sin un fundamento ético, puede producir resultados vacíos de humanidad, desprovistos del verdadero fin de la educación: formar seres humanos completos y críticos.
La gestión ética: el bien común
Dado que la gestión educativa implica decisiones que afectan a una pluralidad de individuos, debe orientarse por el bien común. Este bien común no puede ser entendido solo como la maximización de resultados académicos, sino como la creación de un entorno en el que cada miembro de la comunidad educativa pueda desarrollarse plenamente. Aquí radica la verdadera virtud del gestor, quien debe actuar como un líder moral.
Aparece entonces la pregunta: ¿qué es lo justo en la gestión educativa? No se trata simplemente de tratar a todos por igual, sino de reconocer las diferencias y brindar a cada estudiante lo que necesita para alcanzar su máximo potencial. Este enfoque equitativo implica una profunda comprensión de las necesidades individuales dentro de un marco colectivo.
Una objeción puede surgir en cuanto a cómo el gestor, ante limitaciones de tiempo y recursos, puede actuar de manera justa sin caer en el caos. La respuesta es clara: no se trata de satisfacer cada deseo individual, sino de crear un entorno donde cada uno encuentre los medios para su desarrollo. La equidad se manifiesta en una distribución de recursos y oportunidades que reconoce las particularidades de cada estudiante.
¿Convencer e inspirar?
El gestor, como líder, debe ser también un maestro en el arte de la palabra. Cuando se utiliza correctamente, no es un medio de engaño, sino una forma de comunicar de manera efectiva los principios y valores que guían la institución. La buena gestión no solo consiste en establecer normas, sino en inspirar y motivar a todos los miembros de la comunidad a abrazar un propósito compartido.
Así, podemos afirmar que el gestor debe persuadir, no mediante la coacción, sino apelando a la razón y a los valores. Si la comunidad educativa comprende y se adhiere a los fines de la gestión, será mucho más fácil lograr que cada actor asuma su rol con responsabilidad y compromiso.
Gestión contemporánea
Hoy en día, la gestión educativa enfrenta una multiplicidad de desafíos. Las demandas de una sociedad en constante cambio, la necesidad de inclusión y la creciente desigualdad de oportunidades obligan al gestor a ser flexible y adaptable, sin perder de vista los principios fundamentales de la educación.
Quienes sostienen que la gestión debe ser solo técnica ignoran que toda decisión administrativa es, en última instancia, una decisión ética. La gestión educativa, en su forma más pura, es un acto de responsabilidad hacia la comunidad. Ignorar este principio es caer en el error de reducir la educación a un conjunto de procedimientos.
Más allá de la eficiencia
La gestión educativa trasciende la mera técnica; se configura como una praxis orientada al bien común, fundamentada en principios de justicia, equidad y responsabilidad ética. El gestor educativo no se limita a organizar recursos y procesos; su papel es liderar y formar, cultivando un entorno en el que cada ser humano tenga la oportunidad de desarrollarse plenamente. Esta labor implica reconocer la singularidad de cada individuo, así como las dinámicas sociales que influyen en su aprendizaje.
Al gestionar una institución educativa, no solo estamos organizando un espacio de aprendizaje; estamos modelando el futuro de una comunidad entera. Esta es una responsabilidad que no puede tomarse a la ligera. La tarea del gestor educativo es compleja y multifacética: debe ser un faro de ética en un mundo donde la economía a menudo eclipsa la verdadera esencia de la educación.
Por lo tanto, surgen interrogantes fundamentales: ¿Estamos realmente priorizando el desarrollo integral de nuestros estudiantes, o nos estamos conformando con resultados que brillan en las estadísticas? ¿Cómo podemos asegurar que nuestras prácticas de gestión no solo sean eficientes, sino que también promuevan el florecimiento de seres humanos críticos y comprometidos? Y, en última instancia, ¿qué visión de la educación queremos construir en un mundo donde el valor humano parece ser cada vez más secundario frente a la economía?
Bibliografía:
- Duchasky, S. (n.d.). Dónde está la escuela. [PDF]. Recuperado de https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3706274.pdf
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