Globalización y Desarrollo: ¿Oportunidad o el juego de los grandes?

¿Qué es el desarrollo?

El concepto de desarrollo, tal como se entiende en las Ciencias Sociales desde la posguerra, ha pasado por transformaciones profundas. Originalmente, se asociaba casi exclusivamente con el crecimiento económico y el incremento del ingreso nacional. Sin embargo, en la actualidad, este término engloba una visión mucho más amplia, integrando dimensiones sociales, ambientales y culturales. El desarrollo ya no se limita a la acumulación de riqueza, sino que se concibe como un proceso orientado hacia el bienestar humano en múltiples facetas.

Este texto se centra en la noción de desarrollo local y en cómo se entrelaza con los contextos nacionales y globales, destacando el papel esencial del capital social. Cabe señalar que en este análisis no se hará un estudio exhaustivo de los términos, ya que nuestro enfoque será de orden filosófico. La palabra "capital", por ejemplo, ha sido adoptada para nombrar recursos o condiciones necesarias para ciertas teorías, pero no nos adentraremos en debates semánticos que desviarían el propósito principal.

A lo largo de este análisis, buscaremos desentrañar la dimensión filosófica detrás de estos conceptos, explorando las tensiones éticas y políticas inherentes a la idea y al concepto de desarrollo acuñados por las Ciencias Sociales. Nos interesa cuestionar cómo este proceso impacta las relaciones de poder y la justicia social, desde un enfoque que trascienda los simples indicadores económicos y se exprese en un lenguaje comprensible.

Evolución del Concepto de Desarrollo: Del Economicismo a la Sostenibilidad

Históricamente, el desarrollo se centró en el crecimiento económico. Este enfoque se basaba en la idea de que el aumento del producto bruto interno (PBI) y la imitación de los modelos industriales de Europa Occidental llevarían al progreso. Sin embargo, esta perspectiva reduccionista fue objeto de críticas, ya que ignoraba las condiciones de vida reales de las personas, su calidad de vida y el bienestar social.

Desde una perspectiva filosófica, la crítica al economicismo del desarrollo plantea una cuestión ética: ¿es la acumulación de riqueza un fin en sí mismo o un medio para lograr un mayor bienestar humano? El economista y filósofo Amartya Sen (1999) dio un giro en este debate al proponer que el desarrollo debe centrarse en la expansión de las capacidades humanas. La verdadera libertad, según Sen, no reside simplemente en tener recursos, sino en poder elegir entre diversas formas de vida y alcanzar el potencial propio. Así, el desarrollo es un proceso de "expansión de libertades", donde el bienestar no se mide únicamente por el ingreso, sino por la posibilidad de que las personas tomen decisiones que les permitan llevar vidas plenas y satisfactorias.

En este contexto, surge una pregunta fundamental: ¿es el desarrollo una cuestión puramente técnica o es, en última instancia, una cuestión moral? Si el desarrollo implica la realización de la libertad humana, debemos preguntarnos: ¿qué tipo de sociedad queremos construir y cómo podemos garantizar que el desarrollo no sacrifique los derechos individuales ni destruya el entorno natural y social?

La filosofía de la participación comunitaria

El desarrollo local ha ganado relevancia en la teoría contemporánea al enfatizar la participación activa de las comunidades en la definición de su propio futuro. A diferencia de los enfoques de desarrollo basados en la imposición de modelos externos, el desarrollo local promueve un enfoque endógeno, donde los actores locales son los protagonistas del cambio.

El desarrollo local plantea una serie de cuestiones filosóficas vinculadas a la autonomía y la justicia social. En este sentido, el filósofo Charles Taylor (1994) ha argumentado que las comunidades tienen derecho a preservar su identidad y a participar en el diseño de su futuro. Desde una perspectiva ética, esto implica reconocer que las decisiones de desarrollo no deben ser impuestas desde instancias centrales, sino que deben surgir del diálogo y la cooperación entre los miembros de la comunidad.

Sin embargo, también es necesario abordar las tensiones entre lo local y lo global. El filósofo contemporáneo David Held (1995) sostiene que vivimos en una "comunidad mundial" interconectada, donde las decisiones locales están cada vez más influenciadas por factores globales. La globalización plantea tanto desafíos como oportunidades. Si bien las comunidades locales pueden beneficiarse del acceso a mercados globales y a nuevas tecnologías, también corren el riesgo de perder su identidad y ser explotadas por intereses externos. Aquí surge una cuestión ética crucial: ¿cómo podemos equilibrar el respeto por la autonomía local con la necesidad de participar en un mundo globalizado?

Lo local, lo nacional y lo global

El desarrollo local no puede comprenderse de manera aislada; está inevitablemente interconectado con las políticas nacionales y las dinámicas globales. Las decisiones a nivel estatal crean el marco dentro del cual las comunidades pueden crecer. Las políticas públicas en áreas como la educación, la salud y la infraestructura son cruciales para habilitar o restringir el desarrollo local.

El filósofo Jürgen Habermas (1996), en su teoría de la acción comunicativa, nos invita a reflexionar sobre la importancia del diálogo entre los diferentes niveles de poder. Desde esta perspectiva, el desarrollo local sería un proceso dialógico donde las comunidades, el estado y los actores globales deben negociar en condiciones de igualdad. Sin embargo, en muchos casos, las comunidades locales enfrentan desequilibrios de poder que limitan su capacidad de tomar decisiones autónomas. Esto nos lleva a preguntar: ¿cómo podemos garantizar que las comunidades locales tengan voz en las decisiones que afectan su futuro? ¿Es posible que las dinámicas globales, dominadas por el capital, respeten los derechos y necesidades de las comunidades locales?

¿Un pilar ético del desarrollo?

El capital social entendido, como las Ciencias Sociales lo explican, redes de cooperación, confianza y reciprocidad dentro de una comunidad, es esencial para el éxito del desarrollo local. Desde una perspectiva filosófica, podemos ver el capital social como una forma de virtud cívica, donde los individuos colaboran no solo por interés propio, sino por el bien común. Parece casi obvia la importancia de la asociación voluntaria para el fortalecimiento de la democracia.

Robert Putnam (1993) retomó esta idea al señalar que el capital social es fundamental para la eficacia de las políticas públicas. En sociedades con altos niveles de capital social, las personas están más dispuestas a participar en proyectos comunitarios y a confiar en las instituciones públicas. Esta confianza mutua fomenta la cohesión social y refuerza los lazos comunitarios.

Sin embargo, debemos preguntarnos: ¿cómo se puede fomentar el capital social en una sociedad cada vez más individualista y fragmentada? ¿Es el capital social una condición previa para el desarrollo o el resultado de políticas que promuevan la participación y la equidad?

Filosofía y Ciencias Sociales

El desarrollo, desde las Ciencias Sociales, es un proceso complejo que va más allá de los aspectos económicos. Involucra cuestiones filosóficas fundamentales sobre la libertad, la justicia y la participación. En un mundo globalizado, el desafío es equilibrar las oportunidades que ofrece la globalización con la necesidad de preservar la identidad y la autonomía local. El capital social surge como un pilar esencial en este proceso, ya que fomenta la cooperación y la confianza necesarias para que el desarrollo sea sostenible y equitativo.

El desarrollo no es solo un problema técnico, sino también un desafío ético. Nos obliga a reflexionar sobre qué tipo de sociedad queremos construir y cómo podemos garantizar que el progreso no sacrifique los valores fundamentales de libertad, justicia y respeto por el entorno social y natural. ¿Es posible reconciliar la búsqueda de crecimiento económico con la sostenibilidad social y ambiental? ¿Qué papel debemos jugar como individuos y como sociedades en la construcción de un desarrollo que sea, ante todo, humano?

Bibliografía:

- Bertoni, R., coord. (2023). Manual de curso Problemas del desarrollo. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de la República.

- Dubois, A. (2000). Desarrollo. En P. de Armiño (Ed.), Diccionario de Acción Humanitaria y Cooperación al Desarrollo.

- Habermas, J. (1996). Entre hechos y normas: contribuciones a una teoría discursiva del derecho y la democracia. Editorial Trotta.

- Putnam, R. (1993). Comunidades cívicas: el renacimiento del capital social en Italia moderna. Taurus.

- Sen, A. (1999). Desarrollo y libertad. Editorial Planeta.

- Taylor, C. (1994). El multiculturalismo y la política del reconocimiento. Fondo de Cultura Económica.