¿Qué es la verdad? Tomás de Aquino
En su obra De Veritate (Sobre la verdad), Tomás de Aquino aborda la cuestión fundamental sobre qué es la verdad y cómo la comprendemos. En un principio Tomás se ocupa de examinar la posibilidad de preguntar "¿qué es algo?" y lo que presupone esta pregunta.
Tomás realiza una resolución de nuestros contenidos del pensamiento en las primeras nociones. En lugar de abordar directamente la cuestión de la verdad, se centra en cómo llegamos a entender qué es algo cuando formulamos la pregunta "¿qué es?". Esta resolución de Tomás revela que nuestras primeras nociones y contenidos del pensamiento están relacionados con la aprehensión de la realidad. Al preguntar "¿qué es algo?" estamos buscando comprender la esencia o naturaleza de esa cosa. Podemos decir que es una manera de dar conocimiento sobre la realidad, o llegar a el conocimiento de alguna manera.
A partir de estas cuestiones comienza su viaje sobre la verdad y en su libro plantea cuatro ideas que son fundamentales en la concepción de Tomás de Aquino sobre la veritate, y cada una de ellas ofrece una perspectiva única y esencial para entender su filosofía.
1- Carácter Trascendental de la Verdad:
Tomás de Aquino sostiene que la verdad tiene un carácter trascendental. Esto significa que las nociones fundamentales de la verdad son universales y se aplican a todas las cosas. La verdad no está limitada por categorías específicas, sino que abarca todos los aspectos de la realidad. Esta concepción trascendental destaca la universalidad y la aplicabilidad general de la verdad en el pensamiento de Tomás.
La afirmación de que la verdad es trascendental se refiere a la idea de que las nociones fundamentales del intelecto, como las que están implicadas en la pregunta "¿qué es algo?" o "¿qué es la verdad?", son trascendentales en el sentido de que son concebidas en cualquier cosa que es conocida. Estas nociones son llamadas "trascendentales" no porque estén más allá del ser, sino porque son lo más común y superan los modos categoriales del ser según la distinción aristotélica.
En otras palabras, los trascendentales, como la verdad, son conceptos que son aplicables a todas las cosas y expresan los modos más generales del ser. No se limitan a categorías específicas, sino que abarcan toda la realidad. Esta idea se relaciona con la noción aristotélica de que hay ciertos conceptos universales que son aplicables a todo lo que existe.
Al destacar la trascendentalidad de la verdad, Tomás de Aquino busca revelar una condición fundamental presente en toda instancia de verdad. La verdad, en este sentido, no se limita a ciertos ámbitos o contextos, sino que tiene una aplicación universal. Podemos incluso pensar como la verdad es el fin de la mente humana, Para Tomás, la búsqueda de la verdad es un objetivo fundamental del intelecto humano, la verdad proporciona luz a la mente y le permite alcanzar en plenitud el desarrollo del intelecto y el espíritu.
2- Naturaleza Relacional (Verdad como Adecuación):
Según Tomás de Aquino, la verdad tiene una naturaleza relacional. Esto se expresa en la famosa definición de la verdad como "adecuación del intelecto a la cosa" (adaequatio intellectus ad rem). La verdad no es simplemente una propiedad intrínseca de las ideas o proposiciones, sino que implica una correspondencia entre el pensamiento y la realidad objetiva. La verdad, en este sentido, se encuentra en la medida en que nuestras afirmaciones concuerdan con la realidad externa.
Pero puedo señalar una posible tensión en la teoría de la verdad de Tomás de Aquino, específicamente en la relación entre la mente y la realidad. La definición tomista de verdad como la coincidencia de la mente y la cosa puede generar preguntas sobre qué aspecto de la mente se considera en la verdad: ¿son las representaciones mentales o los actos de juicio?
Esta distinción entre las representaciones mentales y los actos de juicio es crucial y refleja una discusión filosófica más amplia sobre la naturaleza de la verdad. En la tradición aristotélica y tomista, la verdad se ha vinculado a menudo con la correspondencia entre el pensamiento y la realidad objetiva. Sin embargo, la pregunta sobre qué aspecto de la mente se considera en esta correspondencia puede ser objeto de interpretación y debate.
En la teoría de la verdad de Tomás de Aquino, la idea de que la verdad implica la coincidencia de la mente y la cosa sugiere una relación directa entre los contenidos mentales y la realidad. Sin embargo, puede haber un salto conceptual entre la definición de Isaac Israelí, que se enfoca en las representaciones mentales, y la de Aristóteles, que destaca los actos de juicio.
Una interpretación alternativa podría ser que, para Tomás, la verdad se encuentra en los actos mentales de juzgar, donde la mente aprehende y comprende adecuadamente la realidad. En este caso, la verdad no estaría en las representaciones mentales en sí, sino en la capacidad de la mente para juzgar correctamente sobre la realidad. Esta interpretación podría armonizar la definición de la verdad con el énfasis tomista en la actividad cognitiva y el proceso de juicio.
En cualquier caso, estas cuestiones resaltan la complejidad y la riqueza de la discusión filosófica sobre la verdad. Las interpretaciones pueden variar, y la comprensión precisa de la teoría de la verdad de Tomás de Aquino puede depender de cómo se aborden estas cuestiones específicas.
3- Lugar Primario de la Verdad en la Mente:
Tomás destaca que el lugar primario de la verdad es la mente. La verdad no solo se refiere a la correspondencia con la realidad externa, sino que tiene su fundamento en la mente humana. La verdad comienza con la aprehensión y el entendimiento en la mente, y luego se evalúa en términos de su correspondencia con la realidad objetiva. Esta perspectiva resalta la importancia del proceso cognitivo y la capacidad del intelecto para conocer la verdad.
En su reflexión sobre la verdad, Tomás de Aquino introduce la idea de la analogía de la verdad para abordar la cuestión fundamental de cuál es el locus primario de la verdad: ¿la cosa o el intelecto? Según Tomás, la verdad se expresa de muchas formas, variando su significado según el orden de prioridad y posterioridad en relación con aquello que posee primariamente la ratio del predicado.
En este contexto, Tomás destaca que la analogía de la verdad difiere del orden de causa y efecto, ya que el sentido primario en la predicación analógica no necesariamente pertenece a aquello que es la causa de lo otro. La verdad, en su perspectiva, no es simplemente una propiedad de las cosas ni es solamente del intelecto, sino que implica una relación compleja y mutua.
Para Tomás, la verdad representa la culminación del proceso del conocimiento. Es el resultado de la asimilación completa en el intelecto, donde la mente humana entiende y concibe la realidad tal como es. En este sentido, la verdad se encuentra primariamente en el intelecto y sólo de manera secundaria se atribuye a las cosas en la medida en que están relacionadas con el proceso cognitivo.
En contraste con la interpretación de Heidegger, quien considera que la verdad original es el descubrimiento del ser, Tomás sostiene que la verdad no se encuentra primariamente en el ser. Aunque reconoce que la cognoscibilidad del ser es el fundamento o causa de la verdad, afirma que la relación de conformidad se completa en el intelecto, convirtiéndolo en el locus primario de la verdad.
Finalmente, según la perspectiva de Tomás de Aquino, la verdad no es simplemente un concepto abstracto, sino que requiere la actividad humana y está intrínsecamente relacionada con el fin al cual el ser humano, como ser espiritual, está creado y ordenado. La búsqueda y comprensión de la verdad se convierte en una empresa significativa y orientada hacia un propósito más profundo, que al perecer es Dios. Fundamento y fin último de esta búsqueda.
4- Verdad Humana como Verdad en Sentido Propio:
Tomás reconoce que la verdad humana también es verdad en el sentido propio del término. Esto implica que, a pesar de las limitaciones humanas, nuestras afirmaciones pueden ser verdaderas en la medida en que se correspondan con la realidad. Aunque la verdad divina es de un orden superior, la verdad humana sigue siendo auténtica y significativa en el ámbito de la comprensión limitada del ser humano.
En De Veritate, Tomás de Aquino plantea una pregunta fundamental que había sido abordada por Anselmo de Canterbury en su obra De Veritate: "¿Hay una única verdad por la cual todas las cosas son verdaderas?" A diferencia de Anselmo, quien afirmaba la existencia de una única verdad divina, Tomás ofrece una respuesta más equilibrada.
Según Tomás, la verdad se encuentra propiamente en el intelecto humano o divino, siendo primariamente en el intelecto divino y secundariamente en el intelecto humano. Aquí, destaca que una verdad humana también es verdadera en el sentido propio del término. Esta distinción refleja su énfasis en la trascendentalidad de la verdad y su naturaleza relacional, siendo la verdad una adecuación entre el intelecto y la realidad.
Tomás ilustra el poder de la verdad en sí misma al afirmar que su validez es independiente de quien la manifiesta. Utiliza el ejemplo de la disputa entre Job y Dios en su Comentario al Libro de Job, cuestionando la relevancia de tal disputa dado que Dios es incomparablemente superior a cualquier ser humano. La verdad, según Tomás, no cambia debido a las diferencias personales; si alguien habla la verdad, no puede ser derrotado, independientemente de la persona con la que esté discutiendo.
Las cuatro ideas más destacadas en la concepción de la verdad de Tomás de Aquino son: el carácter transcendental de la verdad, su naturaleza relacional (verdad como adecuación), la primacía de la verdad en la mente y la afirmación de que una verdad humana también es verdad en el sentido propio del término. Estas ideas, consideradas en conjunto, reflejan la originalidad y relevancia del pensamiento filosófico de Tomás en relación con la verdad.
Reflexión sobre lo expuesto por Tomás de Aquino:
Podría comenzar una especie de crítica o reflexión sobre lo planteado por Tomás, pero me gustaría salir de algunos conceptos que maneja, incluso de su época, para poder no solo comprender su visión sobre la verdad, sino la perspectiva que hoy tenemos. Se asemeja mucho al tan recordado paso del Mito al Logos en aquella Grecia. Pero no por eso debo romper con el esquema medieval, entonces haré una suerte de respuesta a cada punto que resumí en los puntos anteriores e intentaré formular alguna suerte de crítica o presentimiento, quizás algo más de lo segundo que de lo primero.
Al punto 1:
Puedo decir entonces que, si la verdad es trascendente, el lenguaje es el que nos da la definición de lo que una cosa es y la experiencia nos hace ver que esa misma cosa condice con su definición. Si esa definición la llevamos a la experiencia, puede ser análoga, esto es que significa lo mismo, pero depende de la cosa a conocer.
Puedo hablar de una relatividad lingüística, e incluso cultural, basándome en la idea de que el lenguaje nos proporciona la definición de lo que una cosa es podría cuestionarse desde una perspectiva relativista. Diferentes culturas y lenguajes pueden tener interpretaciones y definiciones diversas para los mismos conceptos, lo que sugiere que la verdad puede ser relativa en ciertos contextos.
Esa relatividad lleva a un problema de correspondencia si afirmamos que la experiencia nos hace ver que una cosa condice con su definición y se alinea con la teoría de la correspondencia entre el lenguaje y la realidad. Por supuesto que es criticable esto que digo, ya que se podría argumentar que la relación entre las palabras y la realidad no es tan directa como podría llegar a ser.
También hay que tener en cuenta la idea de analogía, en el sentido de que la definición llevada a la experiencia puede ser análoga me animo a decir que puede presentar problemas. La analogía implica similitud en ciertos aspectos, pero la aplicación de definiciones a experiencias concretas puede ser compleja y no siempre directa, especialmente cuando se trata de conceptos abstractos o subjetivos como por ejemplo la felicidad o la verdad.
Por lo dicho en el párrafo anterior, también podemos notar un problema: el problema de la interpretación. La conexión entre el lenguaje, la definición y la experiencia depende en gran medida de la interpretación individual. Diferentes personas pueden interpretar y experimentar una misma definición de manera diferente, lo que podría complicar la relación propuesta entre lenguaje y experiencia.
Siendo también el lenguaje algo dinámico y que evoluciona con el tiempo. Podemos decir que es como un virus que cambia, que muta. Esto lleva a lo que una palabra significa en un momento dado de la historia puede cambiar a lo largo del tiempo, lo que podría plantear desafíos para la estabilidad de la relación propuesta entre el lenguaje y la verdad trascendental.
Al Punto 2:
El análisis de la teoría de la verdad de Tomás de Aquino como una "adecuación del intelecto a la cosa" destaca la naturaleza relacional de la verdad. La crítica plantea una pregunta esencial sobre qué aspecto de la mente se considera en esta correspondencia, ya sea las representaciones mentales o los actos de juicio. Esta distinción introduce una posible tensión en la teoría de Aquino y destaca la necesidad de una interpretación más precisa.
Puedo señalar una ambigüedad en la teoría al preguntar si la verdad reside en las representaciones mentales en sí o en la capacidad de la mente para juzgar correctamente la realidad. La referencia a la tradición aristotélica y tomista añade contexto, pero también destaca la complejidad de la discusión filosófica sobre la verdad.
La propuesta de que la verdad podría encontrarse en los actos mentales de juzgar proporciona una interpretación alternativa que resuelve la ambigüedad, sugiriendo que la verdad está en la capacidad de la mente para aprehender y comprender adecuadamente la realidad. Sin embargo, esta interpretación también puede generar preguntas sobre la relación entre las representaciones mentales y los actos de juicio, y cómo ambos contribuyen a la verdad.
Podría resaltar una cuestión crucial en la teoría de la verdad de Tomás de Aquino, especificando la posible discrepancia entre la definición de verdad como "coincidencia de la mente y la cosa" y cómo esta coincidencia se establece realmente. La pregunta sobre si la verdad se encuentra en la mente misma, en las representaciones mentales o en los actos de juicio introduce una complejidad que puede afectar la coherencia interna de la teoría.
La distinción entre la definición de Isaac Israelí, que parece enfocarse en las representaciones mentales, y la de Aristóteles, que resalta los actos de juicio, destaca un dilema interpretativo. Esta distinción puede sugerir que el salto conceptual entre estas definiciones subyace en la teoría de la verdad de Tomás de Aquino.
Podría explorarse más a fondo cómo Aquino aborda esta relación entre la mente y la verdad. ¿Considera que la verdad reside en las representaciones mentales en sí o en la capacidad de la mente para realizar juicios correctos sobre la realidad? ¿O hay un equilibrio entre ambas perspectivas en su filosofía?
En esta reflexión intenté subrayar la importancia de clarificar la naturaleza exacta de la coincidencia entre la mente y la realidad en la teoría de la verdad de Tomás de Aquino para dejar también marcada esta diferencia que puede existir al interpretar su idea de la Verdad.
Al punto 3:
El análisis de la teoría de la verdad de Tomás de Aquino destaca su énfasis en que el lugar primario de la verdad es la mente. Este enfoque subraya la importancia del proceso cognitivo y la capacidad del intelecto para conocer la verdad. La introducción de la analogía de la verdad para abordar la cuestión del locus primario de la verdad en relación con la cosa y el intelecto agrega una dimensión más compleja a su teoría.
La distinción entre la causa y el efecto en la analogía de la verdad destaca la complejidad de la relación entre la mente y la realidad. Tomás de Aquino parece argumentar que la verdad no es simplemente una propiedad de las cosas ni exclusivamente del intelecto, sino que implica una relación recíproca y compleja entre ambos.
Puedo comparar la interpretación de Heidegger donde este agrega un contraste interesante, especialmente en cuanto a la ubicación primaria de la verdad. Mientras que Heidegger sugiere que la verdad original es el descubrimiento del ser, Tomás sostiene que la verdad se encuentra primariamente en el intelecto. Esta diferencia resalta las diversas perspectivas filosóficas sobre la verdad y su relación con el ser.
La afirmación de que la verdad no es simplemente un concepto abstracto, sino que está intrínsecamente relacionada con la actividad humana y orientada hacia un propósito más profundo, conecta la teoría de la verdad de Tomás con una visión más amplia de la búsqueda de la verdad como una empresa significativa en la vida humana. Sin dudas hay una moral y una ética que esté orientada hacia el mismo lugar de donde nació: podríamos decir la palabra de Dios.
Podemos explorar la teoría de la verdad de Tomás de Aquino, observando su enfoque en la mente como el lugar primario de la verdad y su conexión con la actividad humana y el propósito más profundo que esta misma pueda tener entre lo que es la moral, la ética y su dimensión divina en la inteligencia de Dios.
Al punto 4:
Intentaré enfatizar la trascendentalidad de la verdad, resaltando que esta no está limitada por categorías específicas y que además abarca todos los aspectos de la realidad. La naturaleza relacional de la verdad se expone a través de su famosa definición como "adecuación del intelecto a la cosa", indicando que la verdad implica una correspondencia entre el pensamiento y la realidad objetiva.
Tomás de Aquino nos dice que el lugar primario de la verdad es la mente, argumentando que la verdad comienza con la aprehensión y el entendimiento en el intelecto. Este enfoque puede hacer resaltar la importancia del proceso cognitivo y la capacidad del intelecto para conocer la verdad. Además, parece volver a algunos argumentos de los puntos anteriores, porque también introduce la analogía de la verdad para pensar la pregunta sobre cuál es el locus primario de la verdad, destacando la complejidad de la relación entre la mente y la realidad.
La verdad humana, según Tomás, es reconocida como tal, a pesar de las limitaciones humanas. Aunque la verdad divina ocupa un orden superior, esa inteligencia de Dios, la verdad humana sigue siendo auténtica y significativa en el ámbito de la comprensión limitada del ser humano. Se establece una distinción entre la verdad primariamente en el intelecto divino y secundariamente en el intelecto humano, conjugando ese concepto de la verdad.
Puedo comentar la independencia de la verdad, destacando que su validez es independiente de quién la manifieste. Podemos tomar como ejemplo ilustrativo de la disputa entre Job y Dios donde subraya que la verdad no cambia debido a las diferencias personales, sugiriendo que, si alguien habla la verdad, esta prevalecerá independientemente de la persona con la que esté discutiendo.
Saliendo del laboratorio del lenguaje medieval, a modo de conclusión:
Intentaré salirme un poco del lenguaje técnico y poder valorar también aquello que presiento, con lectura sí pero con la idea clara de no saber que puedo encontrar al estudiar para este trabajo. Parece que pensar la Filosofía es aprender, tecnificar y desaprender, encontrarte con ideas propias de los mismos temas que los filósofos a lo largo de la historia se han encargado de pensar. La idea de este trabajo no es gritar lo que está mal, sino susurrar aquello que hace ruido en los conceptos sobre la verdad que nos regala Santo Tomás de Aquino.
En este viaje filosófico, me propuse estudiar e investigar sobre la naturaleza del conocimiento y la verdad, desde Tomás de Aquino. Para ilustrar esto me gustaría comentar lo que Jorge Drexler explicó en una entrevista sobre una escuela de artes marciales que tenían dos cinturones, uno blanco y otro negro. A medida que se va avanzando a través de este estudio, cada etapa representa un nivel de comprensión y habilidad. Al principio, el cinturón blanco simboliza la ingenuidad, la ausencia de conocimiento, un lienzo en blanco listo para ser pintado.
Con el tiempo, se va adquiriendo la técnica, conocimiento, y se llega al estatus del cinturón negro. Este cinturón representa la maestría aparente, la culminación de años de estudio y práctica. Igualmente es importante destacar la idea de que al igual que en las artes marciales, darse cuenta de que ser un profesor, por ejemplo, no es el final del camino, sino el comienzo de una nueva fase.
Aquí es donde la filosofía se convierte en una conjunción entre aprender y desaprender. No se trata simplemente de acumular información, sino de cuestionar, desafiar y, a veces, desaprender lo que pensábamos que sabíamos. En este proceso, me gustaría volver a la idea del cinturón blanco, no como un retroceso, sino como una oportunidad para dejar a un lado en ciertas circunstancias las limitaciones de la técnica y salir a buscar nuevas perspectivas.
Es como si los cinturones fueran capaces de comprensión, y al entrar en la academia, nunca estoy seguro de si el interlocutor frente a mí es un maestro que ha alcanzado la maestría o alguien que acaba de ingresar, con la frescura de la novedad. Es un recordatorio constante de que la filosofía no es solo un conjunto de respuestas, sino un proceso continuo de búsqueda, un viaje donde la verdad se revela a través del diálogo y la reflexión.
A lo que esto me lleva a lo que dijo una vez Ernesto Sábato, citando a Blaise Pascal, diciendo que hay razones de la cabeza y también razones del corazón. Creo que Tomás de Aquino les pone mucha razón y corazón a sus escritos, pero creo que existen tres partes fundamentales que, además de tenerlas todos, es mirarlo desde otro lugar: estas partes son la razón, el corazón y el cuerpo. Al leer Filosofía hay algo que me mueve a escribir, a hacer, a reconocer, ver a los otros y entender de mejor manera aquello que nos es extraño. No hablamos solo de razonamiento estático, como diría Vaz Ferreira necesitamos una lógica viva, que no esté muerta, que esté en movimiento y eso es lo que nos pasa a las personas cuando una lectura nos moviliza, nos pone en ese lugar de perplejidad ante lo inabarcable, como por ejemplo el lenguaje. En este sentido, puedo preguntarme entonces ¿la palabra razón es sinónimo de la palabra verdad?
Para concluir me gustaría aclarar que no busqué señalar lo incorrecto, prefiero decir en voz baja lo que resuena en las esquinas de los conceptos que me dejó Santo Tomás de Aquino. La filosofía es, en una posible orientación, un arte del cuestionamiento, un viaje de autoexploración donde aprender, desaprender y, finalmente, comprender se convierten en los pasos para elaborar preguntas y reflexiones sobre, por ejemplo, la verdad.
Bibliografía:
Aertsen, J, 2003, "Filosofía medieval y los trascendentales", Universidad de Navarra.
Aertsen, J, 2002, "Il dibattito contemporaneo sulla veritá" En línea: https://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_academies/san-tommaso/publications/dc2.pdf
De Aquino, T, 2016 "Cuestiones disputadas sobre la verdad" Tomo II, Universidad de Navarra.Goris, W. En: Stanford Encyclopaedia of Philosophy [en línea: https://plato.stanford.edu/entries/transcendentals-medieval/]
Dewan, L, 2004, "Is Truth a Transcendental for St. Thomas Aquinas?," Nova et Vetera, 2: 1–20.
Garcia Lopez, J, 1967, "Doctrina de Santo Tomás sobre la verdad", Universidad de Navarra.
Texto colaborativo realizado junto y gracias a: Camilo Freire (Facultad de Humanidades, UdelaR, Uruguay) y Nicolás Moreira Alaniz (Profesor Adjunto de Filosofia Medieval en UdelaR - Docente en Consejo de Formación en Educación, Uruguay)