Un Platón comprimido: ni el archivo .rar te descompone la filosofía platónica

Platón: a secas

Platón, sin lugar a dudas, figura como uno de los grandes titanes del pensamiento filosófico no solo de la antigüedad, sino de toda la historia de la humanidad. Su teoría de las ideas constituye el pilar fundamental sobre el cual estructura su vasto sistema filosófico, abordando desde cuestiones éticas hasta profundas reflexiones sobre el conocimiento, la política y la naturaleza del ser humano. Pero, ¿qué lo llevó a formular esta revolucionaria teoría? ¿Qué motivaciones subyacían en su mente para erigir un sistema tan monumental? Para responder estas preguntas, debemos remontarnos a tres raíces esenciales de su pensamiento: primero, el deseo de continuar la obra interrumpida de su maestro Sócrates tras su trágica muerte; segundo, su fervorosa defensa de la polis como entidad política y económica autosuficiente; y tercero, su ambición de sintetizar las ideas en conflicto de los presocráticos, como Heráclito y Parménides, en una teoría que pudiera dar cuenta de la complejidad del mundo y la experiencia humana.

La teoría de las ideas de Platón no es simplemente una teoría más; es una respuesta global a problemas filosóficos, éticos, políticos e históricos. De hecho, esta teoría está expuesta en sus numerosos diálogos, de los cuales al menos 25 se consideran auténticos. A lo largo de la mayoría de estos textos, Sócrates emerge como el protagonista central, empleando su método de la mayéutica, un proceso dialógico que, mediante preguntas y respuestas, lleva al interlocutor al descubrimiento de la verdad.

Uno de los aspectos distintivos de la filosofía platónica es su uso de mitos para ilustrar conceptos abstractos. De entre ellos, destacan dos relatos que son clave para entender su visión del mundo: el Mito de la Caverna, en La República, y el Mito del Carro Alado, en el Fedro. Estos mitos, lejos de ser simples relatos, sirven como metáforas poderosas que nos permiten comprender su pensamiento en profundidad.

La teoría de las Ideas: estructura del mundo y el conocimiento

Para Platón, la realidad no es una sola, sino que se divide en dos dimensiones claramente diferenciadas. Por un lado, tenemos el mundo sensible, el cual percibimos diariamente a través de los sentidos; esta es la realidad aparente, cambiante y mutable. Es el reino de las cosas físicas, situadas en el espacio y el tiempo, sujetas al movimiento y la alteración. Por otro lado, está el mundo inteligible, una realidad superior donde se encuentran las ideas, entidades eternas e inmutables, que existen fuera del espacio y el tiempo. Estas ideas no son simples conceptos mentales, sino las formas perfectas que constituyen la verdadera esencia de todo lo que existe en el mundo sensible.

Es importante detenernos aquí y entender la superioridad ontológica que Platón asigna a las ideas. Las cosas que experimentamos con nuestros sentidos no son más que copias imperfectas de las ideas que habitan en el mundo inteligible. Tomemos como ejemplo una mesa. Las mesas que encontramos en el mundo sensible son múltiples y diversas, pero todas ellas participan de la idea de mesa, que es una forma perfecta y eterna. Así, las cosas sensibles dependen de las ideas para existir; son, en efecto, manifestaciones degradadas de estas formas perfectas.

Esta dependencia ontológica de las cosas respecto a las ideas nos conduce a una conclusión crucial: las ideas son jerárquicas. En el escalafón más bajo se encuentran las ideas de objetos concretos, como la mesa. Más arriba, encontramos las ideas matemáticas, como el teorema de Pitágoras. Y en la cúspide de esta jerarquía se encuentran las ideas de valores, como la justicia, que guían la vida moral. Por encima de todas ellas, reina suprema la idea de Bien, la fuente última de todas las demás ideas. En El Banquete va a decir que esa idea suprema será la idea de Belleza, pero bueno. Es Platón. 

El camino hacia el conocimiento

Hasta este punto, podríamos preguntarnos: si las ideas son inmutables y perfectas, ¿cómo es posible que los seres humanos, atrapados en el mundo sensible, tengamos acceso a ellas? Platón nos ofrece una respuesta fascinante: el conocimiento es un proceso de ascenso por niveles de comprensión cada vez más altos. Este camino comienza con la eikasía (imaginación), un conocimiento basado en las sombras y las apariencias, el nivel más bajo de todos. Por encima de este, se encuentra la pistis (creencia), que ofrece explicaciones sobre el mundo sensible, pero sigue atrapada en la realidad aparente.

Ambos niveles, según Platón, son insuficientes, ya que dependen de los sentidos y pertenecen al ámbito de la doxa (opinión), que es inestable y engañosa. Para acceder al conocimiento verdadero, debemos trascender el mundo sensible y llegar al reino de las ideas. El primer paso en este proceso es la diánoia (razonamiento), que nos permite comprender las ideas matemáticas y lógicas, pero aún no las ideas más elevadas. Finalmente, alcanzamos el nivel más alto, la noesis (intuición intelectual), el cual se accede a través del ejercicio de la dialéctica, la técnica filosófica que Platón desarrolló para analizar y comprender la jerarquía de las ideas. Solo en este punto podemos decir que hemos alcanzado la episteme (ciencia), el conocimiento verdadero.

Mito de la Caverna: ¿una alegoría del conocimiento solamente?

Para ilustrar esta ascensión hacia la verdad, Platón nos presenta la célebre Alegoría de la Caverna. En ella, se nos pide imaginar a un grupo de hombres encadenados dentro de una caverna, de tal manera que solo pueden ver las sombras proyectadas en una pared frente a ellos. Estas sombras son producidas por objetos que se mueven detrás de ellos, iluminados por una hoguera. Los prisioneros creen que estas sombras son la realidad, pues nunca han visto los objetos reales ni la fuente de luz que las proyecta.

Las cadenas que los atan representan nuestra dependencia de los sentidos, mientras que las sombras simbolizan las ilusiones del mundo sensible. Si uno de estos prisioneros fuera liberado y se girara hacia la luz, al principio quedaría cegado por la claridad, pero poco a poco se daría cuenta de que las sombras no son más que proyecciones de objetos reales. Este proceso simboliza el ascenso desde la doxa hacia la episteme. Finalmente, si este prisionero lograra salir de la caverna, descubriría el mundo exterior, iluminado por el sol, que representa la idea de Bien, la fuente de toda verdad y realidad.

El ser humano: cuerpo y alma en conflicto

Pero, ¿quién realiza este viaje hacia el conocimiento? Platón nos dirá que el ser humano es una unión compleja de cuerpo y alma, siendo esta última la parte más noble de nuestra naturaleza. El cuerpo, en cambio, es visto como una prisión, un obstáculo que nos ata al mundo sensible. El alma, por su parte, proviene del mundo inteligible y posee una naturaleza divina, pero al caer en el cuerpo, olvida su verdadero origen.

Para explicar esta caída del alma, Platón utiliza el Mito del Carro Alado. El alma es como un carro tirado por dos caballos: uno blanco, que representa nuestras tendencias nobles, y uno negro, que simboliza nuestras inclinaciones materiales. El auriga, que representa la razón, trata de controlar estos caballos, pero cuando el caballo negro se desboca, el carro cae al mundo sensible, y el alma queda atrapada en el cuerpo.

Este olvido del alma es crucial para entender la teoría del conocimiento de Platón. Para él, conocer es recordar. El conocimiento, según esta perspectiva, no es algo que adquirimos de nuevo, sino un proceso de reminiscencia, un recordar las verdades que el alma ya conocía antes de caer en el mundo sensible. Este proceso de reminiscencia está íntimamente relacionado con el método socrático de la mayéutica, que consiste en ayudar al interlocutor a "dar a luz" las verdades que ya posee en su interior.

Ética y Política: el modelo platónico del Estado ideal

La teoría de las ideas no solo tiene implicaciones metafísicas y epistemológicas; también constituye la base de la ética y la política de Platón. En su obra La República, el filósofo esboza su visión del Estado ideal, un Estado orientado hacia la realización del bien común, el cual es reflejo de la idea de Bien. En este modelo, solo los sabios, aquellos que han alcanzado el conocimiento verdadero, están capacitados para gobernar. Esta es la esencia del intelectualismo moral (Podríamos hablar de Sócrate): el conocimiento del bien conduce inexorablemente a la acción correcta, y el mal es resultado de la ignorancia.

Platón divide la sociedad en tres clases, cada una de las cuales está determinada por la parte dominante del alma en sus miembros. Aquellos en quienes domina la parte racional son los filósofos-reyes, los gobernantes, cuya virtud es la prudencia. Los que son guiados por la parte irascible del alma, los guardianes, tienen la virtud del valor y son los encargados de proteger al Estado. Finalmente, aquellos dominados por la parte concupiscible del alma son los productores, quienes se dedican a las tareas económicas y cuya virtud es la templanza.

En este sistema, la justicia consiste en que cada clase cumpla con su función sin interferir en las responsabilidades de las demás. Así como en el alma la justicia es el equilibrio entre sus diferentes partes, en la sociedad la justicia es la armonía entre las clases, con cada una realizando su tarea de acuerdo con su naturaleza.

Platón (427 a.C. - 347 a.C.)
Platón (427 a.C. - 347 a.C.)

Por ahora: LA FILOSOFÍA

Platón no es solo un sistema cerrado de pensamiento, sino una invitación a un viaje intelectual hacia sus lecturas infinitas, la justicia y el bien. Su teoría de las ideas ofrece una visión del mundo que trasciende lo material y lo mutable, y que nos invita a buscar el conocimiento verdadero mediante el uso de la razón y el ejercicio de la dialéctica. Para Platón, la filosofía no es solo una disciplina académica; es, en palabras de su maestro Sócrates, "la práctica de la muerte", un proceso mediante el cual nos liberamos de las ataduras del cuerpo y ascendemos hacia el mundo inteligible, donde reside la auténtica realidad. 

Todo esto, según Platón.


Bibliografía:

- González Porta, M. A. "A Filosofía a partir de seus problemas" - Loyola, 2007.

- Mondolfo, R. "El pensamiento antiguo" Tomo I – Ed. Losada, Bs. As., 1952.

- Platón, "Apología de Sócrates" - Editorial Digital Costa Rica - 2010.

- Platón, "Fedro" - Editorial Digital Costa Rica - 2010.

- Platón, "Hipias Menor" - Editorial Digital Costa Rica - 2010.

- Platón, "La República" - Editorial Digital Costa Rica - 2010.

- Platón, "El Banquete" - Editorial Digital Costa Rica - 2010.

- Platón, "Protágoras" - Editorial Digital Costa Rica - 2010.

- Platón, "Parménides" - Editorial Digital Costa Rica - 2010.

- Platón, "Sofista" - Editorial Digital Costa Rica - 2010.

- Platón, "Teeteto" - Editorial Digital Costa Rica - 2010.

- Platón, "Timeo" - Editorial Digital Costa Rica - 2010.

Videografía:

https://youtu.be/63QfNrSEVY4?si=aSaqKIontDjiCXu4 - Adictos a la Filosofía

https://youtu.be/s30lqTgHL-4?si=OEIa3iWuGKlTwALv - Lluna Pineda